Antonio Escohotado: De Platón a Adam Smith

Antonio Escohotado ya había abordado esa lenta fractura de la visión del mundo que dividía radicalmente las almas vivas y las cosas inertes, el caos y el orden. Pero Los enemigos del comercio es una obra mucho más interesante, puesto que no trata ya de estructuras disipitativas o de fractales matemáticos, sino de procesos evolutivos que tienen lugar en medio de los hombres y que permiten ampliar esa proyectada "extensión analógica" entre las ciencias naturales y humanas. La obra narra el tránsito histórico de un mundo antiguo generalmente ajeno a la idea de evolución, como ya descubrieran Hayek o Popper, al florecimiento de las sociedades comerciales a partir del siglo XIII en Europa, aparcándose justo ante el instante en que tiene lugar la "gran transformación" del capitalismo industrial a partir de 1800.

Un orden detenido, autárquico, ataráxico y hostil al comercio había sido lugar común tanto entre los padres de la filosofía occidental como entre los fundadores del cristianismo. La sociedad comercial debe emerger entre multidud de esfuerzos perdidos e inciativas ahogadas, tonterías mesiánicas, guerras, imperios, pestes negras y grandes hambres; entre Platón y Adam Smith, o entre Tomás de Aquino y la escuela salmantina, nutriendo ese fondo común de resistencia a la empresa del amor propio y el intercambio voluntario que es el pensamiento comunista. ¿Pero cómo es posible que una secta cristiana originalmente pobrista terminase elaborando una doctrina que premia el trabajo, la previsión y la empresarialidad? ¿Y cómo es que la expectativa mesiánica inicial o el fatalismo calvinista terminó preparando el camino de una civilización esencialmente laica y materialista?
Allí donde un grupo humano puede importar y exportar hay ya un sistema capitalizador, y "espíritu del capitalismo" alude a un régimen político donde la parte del producto que no exige ser consumida inmediatamente puede en principio corresponder a cualquiera, y cambiar de manos. La tiranía y la eventual ruina de Imperios como el chino o el romano no son separables de que sus emperadores fuesen propietarios de todos los bienes comprendidos en sus dominios (...) y el proceso que hemos seguido desde la crisis de Roma hasta la sociedad comercial exhibe sucesivas versiones en la interpretación del Nuevo Testamento, tantas como preciso fuere para pasar de una pequeña secta hostil a la propiedad privada y la previsión hasta la clase media más amplia y previsora de los anales.
Como ya sospechara Leo Strauss, a fín de cuentas las ideas religiosas son ellas mismas seleccionadas por los hechos fundamentales de la existencia. Los pueblos no sólo se extinguen sino que arrastran también sus creencias, y acaso también sus genes. Pero lo importante es que la historia universal ya no parece mostrar la marca de un Espíritu planificador, sino una multitud de procesos en evolución en buena medida ciegos al diseño.

20 espléndidos capítulos de este ensayo de Antonio Escohotado, que debería marcar un antes y un después en el pensamiento liberal en España, se encuentran disponibles líbremente en internet.

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