La especie acelerada y el formalismo cultural

Hasta los más escépticos comienzan a reconocer que el paper de Hawks, Wang, Cochran, Harpending y Moyzis podría constituir uno de “los descubrimientos más importantes de nuestro tiempo". He aquí el extracto:

Estudios genómicos en humanos identifican una gran cantidad de selección positiva reciente. Utilizando una base de datos HapMap SNP de 3.9 millones, hallamos que la selección se ha acelerado enormemente durante los últimos 40.000 años. Comprobamos la hipótesis nula de que la distribución observada en la edad de los rasgos (linkage blocks) seleccionados positivamente resulta consistente con un ritmo constante de sustitución adaptativa durante la evolución humana. Mostramos que un ritmo constante lo bastante alto para explicar el número de variaciones recientemente seleccionadas predeciría (i) una heterozigosis al menos 10 veces inferior a la observada en los humanos, (ii) una fuerte relación de la heterozigosis y el ritmo de de recombinación local, (iii) un número implausiblemente grande de sustituciones adaptativas entre los humanos y los chimpancés, y (iv) casi 100 veces más del tamaño observado en los rasgos de desequilibrio. Consideramos que el crecimiento de la demografía humana debe enlazarse con los cambios pasados en las culturas y ecologías humanas. Ambos procesos han contribuído a que la evolución genética de nuestra reciente evolución genética sea extraordinariamente rápida.

Consideremos el hecho darwiniano más importante de las sociedades vivas: su demografía. Los seres humanos han pasado de formar un grupo disperso de no más de 5 millones de individuos hace unos 10.000 años hasta convertirse en la especie de mamíferos más numerosa del planeta: una "plaga" de casi 7.000 millones de individuos. La revolución de la agricultura ha originado el mayor cambio evolutivo, no sólo cultural, sino también genético, del homo sapiens sapiens. La nueva forma de vida agrícola concentró a la población humana, causando un incremento en la incidencia mortal de la malaria, la gripe o la tuberculosis. Pero al mismo tiempo que la nueva dieta mermó el tamaño de cuerpos y cerebros, ofreció oportunidades para la viabilidad de nuevos alelos (formas alternativas en las que puede existir el gen) que nos ayudaron a tener una digestión más eficiente. El gen LCT proporcionó a los adultos la posibilidad de digerir la leche, y el GSPD nos protegió contra la malaria causada por el parásito Plasmodium falciparum.

Tal como muchos biólogos y estudiosos del comportamiento animal predecían, la tasa de cambio adaptativo se ha acelerado en los humanos (en contraste con el ritmo constante de los grandes simios) de 10 a 100 veces. Una aceleración adaptativa que no se tranquiliza hasta que las mutaciones benéficas, tales como las tonalidades de piel más claras entre europeos y asiáticos, logran asentarse dentro de las poblaciones. El mismo gen para desarrollar ojos azules, OCA2, ni siquiera existía antes de la revolución de la agricultura.

Según John Hawks, este trabajo cumple dos objetivos:

  • Establecer una distribución empírica en el tiempo para los alelos de selección reciente, que se cuentan por millares.
  • Establecer una base teórica sobre por qué la presencia de nuevos alelos se ha incrementado tan rápidamente durante los últimos 40.000 años.

Un excelente comentario de Razib (Vía Paleofreak) ampliando su base lógica y matemática sintetizaba las asunciones del trabajo trazando la siguiente cadena: Más población + Más mutaciones beneficiosas + Mayor cambio adaptativo. Ante todo, se discute que sea realmente correcto el dilema de Haldane, que establecía un ritmo de evolución mucho más lento del que ahora se supone.

A mi modo de ver, semejante estudio podría ayudar mucho a destruir lo que llamaríamos la segunda falacia culturalista. La primera falacia, en la que insistían John Tooby y Leda Cosmides, habría establecido que la única variable significativa del cambio humano era la cultura, no la naturaleza. Dicho brevemente, si un rasgo humano cambia es porque es cultural:

Dado que los niños son iguales en todas partes, entonces cualquier cosa que varía en los adultos solo puede ser (según se razonaba) cultural y, en consecuencia, socialmente heredado, y en consecuencia socialmente manufacturado. El método depende de que se acepte la premisa de que el comportamiento sólo puede ser tenido en cuenta en estos dos modos: (1) como algo "biológico", o innato, que es, por tanto, inflexiblemente rígido con independencia del ambiente (debido a la unidad psíquica de la humanidad) y el mismo en todas partes, o (2) como sociocultural, lo que incluye cualquier cosa que varíe, como mínimo, y quizás también muchas cosa que suceden por accidente o sean también universales.
Según la segunda falacia, la tasa de evolución (genética) humana se habría desacelerado por el predominio de la evolución cultural. La evolución cultural habría sustituído a la evolución biológica. Hayek, por ejemplo, acertó al considerar las profundas interconexiones entre biología y cultura, y también al señalar que el rechazo del "darwinismo social" encubría una negativa mucho más general a aceptar cualquier clase de enfoque evolutivo, pero probablemente exageró las diferencias de la evolución cultural al considerarlas como un mecanismo "no darwiniano".

Ambas falacias formarían parte del formalismo cultural, es decir, la tesis de que la naturaleza humana es solo "el material indeterminado que el factor social moldea y transforma" (Durkheim), habitualmente asociada con concepciones prometeicas y constructivistas de la razón (o el "espíritu" o la moralidad) humana como un reino independiente de la naturaleza. El estudio de Hawks et alii, por el contrario, parece favorecer la coevolución consiliente de genes y cultura.

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