Democracia sin libertad

Para quien fija su pauta de acción y juicio desde el exclusivo registro normativo de la democracia, esto es, para quien se considera demócrata por encima de todo, el demos y sus instituciones constituyen la fuente última de toda legitimidad, pues, actúe como actúe, sentencie lo que sentencie, no existe norma más positiva que la estipulada por su sanción, sea ésta establecida a través del sufragio, el plebiscito o la aclamación. Desde la perspectiva liberal, por el contrario, la regla de la mayoría, la vox populi, la «voluntad general», los poderes en fin, tácticamente ejecutados en nombre del respetable público, no tienen la última y definitiva palabra; principalmente, si la división y limitación de poderes no ha sido acatada; si los derechos individuales han sido atropellados; si, la libertad, en suma, ha sido sometida, y aun sacrificada, a algún otro principio que aspira a desbancarlo.

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