El mito del inmoralismo secular

De acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (2005), las sociedades más ateas, es decir, naciones como Noruega, Islandia, Australia, Canada, Suecia, Suiza, Bélgica, Japón, los países bajos, Dinamarca y el Reino Unido, son en realidad las más saludables, según indican los niveles en la expectativa de vida, alfabetismo adulto, ingresos per cápita, formación educativa, igualdad de género, tasa de homicidios y mortandad infantil. Inversamente, las cincuenta naciones clasificadas hoy por las Naciones Unidas en los puestos más bajos del desarrollo son invariablemente religiosas. Por supuesto, datos correlativos de este tipo no resuelven cuestiones de causalidad, creer en Dios puede conducir a la disfunción social, la disfunción social puede fomentar la creencia en Dios, cada uno de estos factores puede posibilitar el otro, o ambos pueden surgir de una fuente más profunda de malestar. Dejando al lado el tema de la causa y el efecto, estos hechos prueban que el ateísmo es perfectamente compatible con las aspiraciones básicas de la sociedad civil. Prueban también, de modo concluyente, que la fe religiosa no asegura en absoluto la salud de una sociedad.

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