Nosotros y ellos

Cuando hablamos de las similitudes y diferencias entre nosotros (los humanos) y ellos (los grandes simios) no podemos referimos únicamente al genoma o la biología molecular, como muestra el hecho de que los chimpancés podrían incluso estar más (genéticamente) evolucionados que nosotros, sino que tratamos ante todo con afinidades etológicas y culturales. Los chimpancés están en realidad más relacionados genéticamente con los humanos que con los gorilas, por lo que tampoco han faltado propuestas para reconocer esta semejanza zoológica creando un hipotético Homo troglodytes que abarque humanos, gorilas, chimpancés y bonobos.

Inteligencia

Las similitudes en este campo arraigan en la estructura común del sistema nervioso central y particularmente del cerebro, cuyo "rango" es compatible con el de los animales mamíferos y no puede considerarse en ningún sentido "anatómicamente excepcional". Tampoco debiera sorprender que los etólogos descubran en los grandes simios habilidades intelectuales y conductas operatorias que antes se atribuían exclusivamente al homo sapiens. Así lo confirma el descubrimiento de una gran variación de "culturas animales" a partir de los años sesenta, sobre todo en los grandes simios -en España disponíamos, entre otros, de los trabajos de Jordi Sabater Pi. En particular, parece que bonobos y chimpancés utilizan la gama más sofisticada de herramientas artificiales, exceptuándonos a nosotros. No hace mucho conocíamos un estudio dirigido por Jill Pruetz, desde la universidad de Iowa, que documentaba el uso de armas de caza en un grupo de chimpancés de Senegal.

Comunicación

Los chimpancés en cautividad pueden aprender algunos lenguajes humanos, como el ASL (American Sign Language), llegando a reconocer más de 300 signos. También son capaces de resolver problemas computacionales complejos y se ha acreditado la competencia de los grandes simios en el razonamiento abstracto, las representaciones simbólicas e incluso el concepto de identidad personal. Muchos etólogos consideran este punto una línea divisoria fundamental entre los grandes simios y el resto de primates, si bien estos no son los únicos animales capaces de superar la prueba del espejo (como acredita últimamente el caso de la elefante "Happy").

Se ha documentado ampliamente que los grandes simios utilizan los sentimientos de felicidad, miedo o desesperación para comunicarse entre sí, al igual que los humanos. El origen del mismo lenguaje humano articulado parece residir, según el trabajo de Amy Pollick, Frans de Waal o Michael Collins en un protolenguaje gestual compartido con los demás primates.

Moralidad

Desde el punto de vista naturalista, la moralidad no es un imperativo de los dioses ni un legado de míticos legisladores, sino una función de la vida comunitaria que encuentra raíz en nuestra herencia biológica como mamíferos y primates sociables. El "deber" tiene su origen en la evolución darwiniana de la vida dentro de grupos compitiendo entre sí por gestionar recursos naturales escasos. Este "orden natural", que es la base indispensable del "orden de costumbres" o histórico, se encuentra impreso no sólo en la arquitectura de la mente humana, para decirlo con John Tooby y Leda Cosmides, sino también en la evolución de la conducta operatoria, en especial en relación a las habilidades manuales.

Otras afinidades fundamentales con la familia de los primates tienen que ver con las similitudes del sistema inmune y el alargamiento de la infancia humana (o neotenia) que permite el desarrollo de la educación así como la transmisión de tradiciones culturales entre generaciones. La presencia de "neuronas espejo", que hacen posible la imitación de conductas operatorias y la atribución de "intenciones" a individuos distintos, se ha verificado tanto en humanos como en grandes simios.

Diferencias

Conocer el amplio campo de experiencias y facultades comunes entre el hombre y los grandes simios no debe servir para menospreciar las singularidades del homo sapiens sapiens, sino para comprenderlas mejor. El propio Frans de Waal, en su trabajo sobre la moralidad natural, destacaba que la capacidad de abstracción por la que el ser humano es capaz de tomar el punto de vista del "espectador imparcial", a la manera de Adam Smith, es crucial para alcanzar una moralidad genuina. Aunque no hay ninguna buena razón para suponer que la moralidad, o el lenguaje, han descendido de los cielos como las tablas de la ley mosaica, nuestro desarrollo ético e intelectual es de hecho muy superior al que disfrutan los demás primates. El ser humano es el único animal capaz de articular el conocimiento del pasado y hacer planes a largo plazo. Además, el "orden natural" humano ha coevolucionado junto con el "orden histórico", desarrollando las distintas tradiciones morales que son características en los grupos humanos civilizados.

Por mucho que sea absurdo otorgar "derechos humanos" a los simios, banalizar las similitudes entre estos y los seres humanos recordando la identidad genérica de los hombres con los "vegetales" o incluso con las bacterias y los virus (¿acaso no compartimos con ellos un mismo vocabulario genético?) no puede considerarse mucho más que una prueba de frivolidad o de ignorancia.

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