Esas peligrosas caras de niño

Generalmente suele considerarse que el toro supraorbitario y la frente aplanada les darían a los neandertales un aspecto arcaico y tosco, mientras que la ausencia de toro y la frente levantada haría más airosos a los cromañones, nuestros ascendientes. Sin embargo, Björn Kurtén mira la cuestión desde otro punto de vista, el de los neandertales. Esa visera de hueso sobre los ojos les otorgaría a ellos un perfil altivo y fiero, la orgullosa mirada del águila. En cambio, los humanos modernos, con su frente globosa, carencia de toro supraorbitario y una cara más pequeña, les recordarían a los neandertales a sus propios niños. En todos los mamíferos, en efecto, tanto una frente abombada y lisa, como una cara reducida y poco proyectada, son rasgos infantiles, y, todavía más, cumplen universalmente la función de inspirar sentimientos de protección y ternura, y así inhibir la agresividad de los adultos frente a las crías (por cierto, esos mismos caracteres también son femeninos, y por la misma razón) En los dibujos animados y muñecos de animales y personas se potencian los rasgos infantiles para hacer a los personajes más simpáticos (y también esos signos se exageran, junto con los sexuales, en las representaciones femeninas). Si, como parece, tales mecanismos están grabados en nuestros genes (como en los de todos los mamíferos), ¡los cromañones debían parecerles muy tiernos a los neandertales! Tal vez descubrieran luego, a su pesar, la clase de personas (y de comportamiento) que se escondía tras una apariencia tan dulce.

– Juan Luis Arsuaga, El collar del neandertal (Pág 95-96) 

Vía Personas, no género. Ver también: Mejor que tengas “cara de niño”

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