Cómo demonios afrontar las críticas

Sam Harris en 2011. Wikimedia Commons


Personalmente encuentro poco consistentes los últimos libros publicados por Sam Harris, y también algunos de sus últimos artículos (me molestó que tachara a algunos de sus críticos como "fans de Daniel Dennett", para poner un ejemplo anecdótico) pero hay que reconocer que son muy lúcidas sus reflexiones sobre el creciente problema de cómo demonios afrontar las críticas en Internet.

Tanto si tu influencia es modesta como si no, no parecen existir soluciones óptimas. Todas tienen costos. Si decides cerrar los comentarios (yo lo he hecho hace poco) en un blog que se supone abierto, tu insignificante reputación sufre, y la decisión puede interpretarse fácilmente como un deseo de permanecer inaccesible a las críticas. Pero si los mantienes abiertos, aún con restricciones, aumentas la vulnerabilidad hacia comentarios claramente inconvenientes y hacia interminables discusiones para aclarar malentendidos que nunca se van a aclarar. En resumidas cuentas, si respondes a muchas "críticas", mal, pero si no lo haces, también mal.

En particular, Harris apunta al grave problema que pueden ocasionar los sitios de internet con grandes hilos de comentarios sin apenas moderación, al difundir opiniones erróneas o maledicencias. Estos sitios son especialmente proclives a propagar ideas maliciosas siempre y cuando cuenten con la aprobación ideológica de la comunidad y sus líderes:

Nadie sabe qué será de nuestras vidas online dentro de cinco años. Pero sabemos que Internet no olvida. Y cada día me enfrento con la evidencia de que se ha dañado mi reputación, y la reputación de otros, por parte de gente que no se siente responsable de nada aparte de un ejército de trolls en expansión.

Otro grave inconveniente para resolver el problema es que, contra lo que se cree partiendo de ingenuas premisas "habermasianas", en realidad las malas críticas (distorsiones, falacias, argumentos "ad personam", etc) todavía son bastante eficaces.

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