El placer de explicar

Todos buscamos explicaciones. Desde los niños a los científicos, todas las personas sienten la necesidad de dar sentido a lo que sucede, y habitualmente les gusta entender lo que pasa. La explicación ha sido un tema central de la psicología social y de la filosofía de la ciencia, y últimamente también lo es de la psicología cognitiva.

Tania Lombrozo es una psicóloga cognitiva de la universidad de California, en Berkeley, cuyo trabajo se centra en el estudio de la explicación, la causación, la representación conceptual y el razonamiento moral. Sus trabajos intentan “naturalizar” una teoría de la explicación, poniendo en continuidad las ideas filosóficas con los hallazgos empíricos, y tendiendo puentes entre las explicaciones corrientes y las cientificas.

Tradicionalmente, los filósofos han distinguido entre el valor intrínseco de las explicaciones, quizás arraigado en la “insaciable curiosidad intelectual del hombre”, para decirlo con Hempel, o en el sentido de admiración descubierto ya por Aristóteles, y su valor instrumental, orientado a hacer buenas predicciones y producir beneficios ”prácticos y tangibles” en el mundo. Entender el valor instrumental de explicar, sin embargo, parece más sencillo que entender por qué explicar tendría que tener un valor intrínseco [PDF].


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