Alucinando en el laboratorio

Dentro del laboratorio de Henrik Ehrsson en el insituto Karolinksa de Estocolmo, el ilusionismo y la magia parecen mezclarse con la neurociencia.  
Ehrsson y su equipo están interesados en responder a preguntas que han preocupado a los filósofos y los científicos desde hace siglos: ¿Qué relación hay entre el cuerpo y el yo? ¿Cómo reconocemos que nuestros miembros son partes de nuestro propio cuerpo? ¿Cómo sentimos que nuestro yo está localizado dentro de nuestro cuerpo?  
Resolver estas cuestiones de una forma no especulativa es importante, porque algo tan intuitivo como el sentimiento de que el cuerpo nos pertenece es también un ladrillo básico de la autoconciencia, uno de los rasgos cruciales de la especie humana (pero probablemente no único de ella), y quizás uno de los fenómenos más desconcertantes del universo. 
La neurociencia, y concretamente el trabajo de Ehrsson, vuelve a poner en entredicho dos ideas de fuerte atractivo natural e importante arraigo tradicional: 1) La idea de que las experiencias fuera del cuerpo son fenómenos no naturales, y 2) la idea de que la cosa mental es distinta (y separable) de la cosa física.

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