Sentimientos irreligiosos

Hoy se sabe que el rector de la universidad de Valladolid y el humorista Leo Bassi han sido finalmente imputados "por delitos contra los sentimientos religiosos, injurias y calumnias". La denuncia partía de una asociación de "abogados cristianos" y ha sido particularmente animada por medios de la extrema derecha.

Las leyes contra los "sentimientos religiosos" son vestigios de un largo pasado teocrático, y cuya tradición es más antigua que el cristianismo o el judaísmo: ¿Acaso no era ya una ofensa contra los "sentimientos irreligiosos" el salmo 14:1 de la biblia ("Dice el necio en su corazón: No hay Dios")?; y qué decir de Levítico 24: "Saca al blasfemo fuera del campamento, y que todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él. Luego apedréelo toda la congregación". En la Grecia clásica, justamente exaltada por haber avanzado en la democracia y la igualdad, no faltan ejemplos de intolerancia irreligiosa. Los filósofos Teodoro "el ateo" y Diagoras fueron perseguidos a causa de su ateísmo. Anaxágoras también fue acusado de impiedad por haber dicho que el sol era una masa incandescente, según Diógenes Laercio. Como es bien sabido, el mismo Sócrates sucumbió a una acusación de impiedad contra los dioses de la ciudad, aunque no era ateo. Y quizás el mayor filósofo de la antigüedad, Platón, propuso en Las leyes castigos específicos contra los ateos públicos.

La tradición impía de los satíricos es tan vieja como la civilización. Además de la filosofía natural, en la Grecia clásica la fuente más importante de crítica contra los "sentimientos religiosos" y la teología popular eran la poesía y el teatro. Eurípides o Aristófanes reflejaron en sus obras un ambiente de irreligiosidad que inquietaba a la clase dominante, aunque Sócrates recomendaba "someterse de buen grado a las burlas de los cómicos". Un consejo que los "abogados cristianos" y los nostálgicos de la intolerancia claramente han decidido no seguir.

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