En defensa del naturalismo científico

Figura en el manual de lucha contra el naturalismo científico establecer un corte tajante entre la ciencia empírica propiamente dicha y el naturalismo ateo, considerado como una forma de metafísica emboscada. Con mucha frecuencia este argumento se ilustra, además, con el ejemplo de distinguidos filósofos o científicos (mejor si se trata de premios Nobel) que dicen no asumir el naturalismo científico, o incluso que lo rechazan al punto de declararse religiosos devotos. Quienes, en cambio, apoyan el naturalismo científico sin resignarse a ninguna forma de agnosticismo, son tachados automáticamente como ateos agresivos, "cientificistas" y cosas peores. Este es de hecho el argumento favorito de los defensores del acomodacionismo entre ciencia y religión y de los apologistas religiosos. Lo vemos reiterado una y otra vez, sin apenas variación, en las discusiones públicas.

Un excelente compendio de los argumentos en contra de esta estrategia de manual está recogido en un artículo reciente del filósofo naturalista (valga la redundancia) Gregory Dawes, In defense of naturalism, que explica por qué el naturalismo no es un dogmatismo, sino la única ontología de trabajo plausible para la ciencia, al menos desde el renacimiento. El compromiso naturalista de los científicos no excluye lo sobrenatural por razones metafísicas, sino porque las teorías de corte teísta y sobrenatural no han demostrado un poder explicativo a la altura de las teorías naturales alternativas:

Los historiadores y científicos modernos tienen razón al mantener su posición naturalista. Están justificados en su compromiso con lo natural más que con lo sobrenatural. Pero este compromiso es meramente provisional: no es ni a priori ni no negociable. En consecuencia, si bien existe cierta tensión entre la perspectiva histórica y teológica de la historia, el historiador y el creyente no están necesariamente en guerra. ¿Cómo podría resolverse esta tensión? Se resolvería a favor de la religión si los teólogos lograran producir explicaciones teístas adecuadas sobre un conjunto de fenómenos, y mostraran que son preferibles a las explicaciones naturales alternativas.

Dawes cita ampliamente otro trabajo del historiador Tor Førland acerca de los milagros y la explicación científica, que recomienda extender los argumentos naturalistas a las ciencias históricas:
(El historiador) es parte de un "nosotros" cuya ontología es proporcionada por, o como mínimo debe conformarse a, los hallazgos de los físicos nucleares, los químicos, los biólogos evolucionistas y otros. Sus explicaciones acerca de cómo funciona el mundo no dejan espacio a seres sobrenaturales; la búsqueda científica es la ciencia natural. "El mundo físico", afirma el Nobel de medicina Gerald Edelman "está causalmente cerrado a cualquier cosa que no sea la interacción de materia-energía." Como apunta Jaegwon Kim, "la totalidad de los particulares físicos "agotan"...todos los existentes concretos." Los científicos naturales podrían creer en Dios, pero no qua científicos. El sujeto plural de la ciencia, "Nosotros los científicos", es ateo.

El mismo tipo de crítica podría ampliarse para incluir a los antropólogos, los sociólogos, y desde luego los filósofos. Aunque la historia no sea una ciencia del tipo de las matemáticas o de la física, ciertamente, es inadmisible que los practicantes de las llamadas "ciencias humanas" pretendan ser una parte de la comunidad científica si ignoran la ontología de las ciencias naturales.



ResearchBlogging.org Dawes, G (2010). In defense of naturalism International Journal of Philosophy of Religion : 10.1007/s11153-011-9291-

Førland, T (2008). Acts of god? Miracles and scientific explanation History and Theory, 47 (4), 483-494 : 10.1111/j.1468-2303.2008.00471.x

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