Intolerancia de los platónicos

El atomismo naturalista es problemente la ocurrencia filosófica más perseguida en la historia de occidente. Edward Gibbon, citando a Libanio (314-394 d.C.), amigo de Juliano "el apóstata":

Ni cuentos deshonestos ni comedias ni sátiras jamás tendrán cabida en su biblioteca, la cual debe surtirse únicamente de escritos históricos y filosóficos: de historia, porque allí se apoya la verdad y de filosofía, por su enlace con la religión. Deberían acallar con odio y menosprecio las opiniones impías de epicúreos y escépticos, pero estudiarán con ahínco los sistemas de Pitágoras, de Platón y de los estoicos.

En una nota final añade Gibbon:

El regozijo de Juliano por la extinción de estas impías sectas y sus escritos puede ser consistente con su carácter sacerdotal; pero desear que esté oculto al conocimiento humano cualquier argumento u opinión que contradiga los suyos es indigno de un filósofo.

Pero el "regozijo de Juliano" no era una actitud nueva. También cuenta Diógenes Laercio:

Aristoxeno, en sus Comentarios históricos, narra que Platón quería prender fuego a todos los escritos de Demócrito que había logrado reunir, pero que los pitagóricos Amiclas y Clinias lo disuadieron, aduciendo que tal cosa era del todo inútil, puesto que eran ya muchos los que se habían procurado sus libros. Esto es comprensible porque Platón, quien menciona prácticamente a todos los antiguos, jamás recuerda el nombre de Demócrito, ni tan sólo en aquellos pasajes en los que debería estar polemizando con él, pues sabe a ciencia cierta que tendría que enfrentarse al más grande de los filósofos.

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