La manzana silvestre de Eva

Ayer celebramos nuevamente el día de Darwin en Bilbao gracias a la iniciativa de la Universidad del País Vasco, el Ayuntamiento de Bilbao y del diario El Correo. Ya lo saben, esa bacanal de materialismo desalmado, de racionalismo inhumano desgajado de sus fuentes metafísicas. Un día especial reservado al año para conmemorar el naturalismo, el inmanentismo radical y, por qué no decirlo, la maldad.

Ante la ausencia de Manuel Toharia por una incidencia personal, Francisco García Olmedo, experto en ingeniería genética de las plantas, ofreció la charla más interesante, sobre todo porque la intervención posterior de Mariano Barrientos, profesor de historia moderna en Barcelona, realmente poco tuvo que ver con Darwin o con la evolución.

García Olmedo explicó que el ser humano es la única especie sobre el planeta que ha sido sistemáticamente capaz de provocar una "autoselección artificial" que ha terminado transformado radicalmente la naturaleza. Este proceso se aceleró cuando la revolución de la agricultura y la domesticación animal nos permitieron apropiarnos de los mecanismos de la "selección natural" para crear un entorno más favorable. Pocos de los alimentos vegetales o animales que forman la dieta moderna son "naturales" en el sentido de que no hayan sufrido la modificación de esta selección artificial: es decir, resulta que prácticamente toda nuestra comida es transgénica o paleotransgénica, y que las propuestas para implantar una "alimentación natural" son sólo pintorescas estrategias comerciales inviables a escala global.

Concediendo que el paraíso bíblico equivalga al paisaje natural de los cazadores y recolectores paleolíticos, la manzana de Eva debió ser un pequeño y modesto fruto silvestre, nada que ver con el imaginario de los artistas.

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