Gonzalo Puente Ojea: El timo religioso

A pesar de la "limitación draconiana" de espacio por exigencias editoriales, La religión ¡vaya timo! es un magnífico compendio del ateísmo culto, en cierto sentido superior a sus análogos escritos por camaradas anglosajones y que tantos éxitos de ventas han cosechado recientemente. Con algo de voluntarismo, Gabriel Albiac avisa en la solapa del libro de que su autor sólo es odiado hoy "por supersticiosos e ignorantes" mientras que se ha ganado el respeto de los "teólogos e historiadores de la religión verdaderamente serios". Sea como fuere, es cierto que Gonzalo Puente Ojea es uno de los escasos "sabios en activo" que nos quedan, y que atesora un tipo de sabiduría difícil de encontrar.

Como es sabido por obras anteriores, Puente Ojea basa su filosofía de la religión en Edward B. Tylor (1832-1917), en particular en su estudio del animismo primitivo, así como en el materialismo de Ludwig Feuerbach y Karl Marx, y en el criticismo bíblico. Pero Puente Ojea no es un amable ateo evolucionista, sino un materialista insobornable que nunca ceja de señalar la escisión fundamental de la era moderna: el cisma de la razón y la religiosidad, y la destrucción de la pretensión de verdad de la religión -y de la teología como su vehículo pseudocientífico- gracias al desarrollo de las ciencias empíricas, al menos desde el Renacimiento europeo.

La tesis central de este "diplomático del ateísmo" es que la escisión animista que dió lugar al mito del alma en el hombre paleolítico es la base necesaria de la religión. Incluso las religiones bíblicas actuales seguirían descansando en la mente animista. La creencia en las almas separadas del cuerpo es el puente que une al pensador primitivo y el profesor de teología:
La ilusión animista es el fenómeno previo y genérico para la ilusión religiosa, aunque no la implique conceptualmente. Pero sin las proyecciones animistas sobre entes de la naturaleza no existirían las creencias religiosas, cuyos refereners son los espíritus en su inagotable variedad. Las almas son la fuente esencial de los espíritus; según Tylor, "una definición mínima de religión es la creencia en seres espirituales". (Pág. 47)
También es interesante recordar las críticas que Gustavo Bueno, en El animal divino y otros lugares, ha dirigido contra el planteamiento de Puente Ojea. El problema, en efecto, consiste en establecer cómo es que que los animales llegan a ser númenes para el hombre primitivo. Y la respuesta a este interrogante sólo puede venir de la neurociencia de la religión (a veces llamada "neuroteología"), un programa de investigación fuertemente naturalista que resultaría totalmente desorientador vincular hoy con ninguna actitud idealista.

Después de establecer esta escisión animista como el fundamento de todas las creencias religiosas, Puente Ojea revisa otros episodios fenomenológicos que completan el "timo religioso" hasta la actualidad: desde el "timo ontológico" inventado por Parménides y desarrollado por Platón y Aristóteles a través de la falsa noción de un ser trascendental alienado de la Physica, hasta el "timo eclesiástico" que redondea la sumisión religiosa de las conciencias.

Más: Entrevista en Público, Entrevista en "Razón atea".

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