Contra las fábulas divinas

La intervención de Robert Redeker en Aranjuez es lo más importante que hemos publicado en Cultura 3.0, pese al tiempo transcurrido desde junio pasado:
La época contemporánea -desde la revolución iraní de 1978- se caracteriza por una ofensiva de las religiones dispuestas a destrozar la laicidad, reocupar el espacio público e influir sobre la vida colectiva. En el seno de esta estrategia de reconquista se sitúa la exigencia de respeto -tanto en las protestas de los católicos contra la película de Godard, Yo te saludo, María, como en aquellas otras, acompañadas de violencia, contra la de Scorsese, La última tentación de Cristo, sin olvidar la presión cada vez más abrumadora que el islam ejerce sobre las sociedades occidentales-. La puesta en circulación de nociones tales como “nueva laicidad”, “laicidad abierta”, o “laicidad positiva” participa de esta reconquista.
Y la lucha continúa, recrudeciéndose, en los últimos meses. Tenemos muy cerca la reconciliación del medieval lefebvrismo promovida por Ratzinger en el seno de la iglesia católica, la próxima celebración del foro Durban II -del que tampoco se ha desmarcado el Vaticano, o la cada vez más explícita alianza contra infieles entre creyentes de todos los partidos, a veces también "progresistas".

Si es cierto que somos animales razonables entonces no podemos exigir que la razón sea un súbdito obediente y respetuoso con el honor de los mitos: desde los 36 milagros de los evangelios a la promesa del socialismo al fin de la historia. Lo que solemos llamar "ciencia" es, en el fondo, la ideología de la objetividad que sin embargo nunca prohibe la réplica intelectual fundada, y que no puede limitarse a callar o elogiar las poderosas imágenes religiosas: porque no son estas sino las matemáticas las que nos enseñan el verdadero respeto. Si no regresamos antes a las cavernas podemos incluso confiar en que los nombres de Pitágoras, Arquímedes o Ibn Al-Haytham sobrevivirán a los de Sidarta, Jesús y Mahoma.

Alto y claro, y en el mejor momento posible:
¿Qué buscan las religiones? La deslaicización, es decir, el fin de la autonomía humana (del ser humano que se da a sí mismo sus propias leyes) que define a su vez la democracia y la república, en beneficio de la heteronomía (de las leyes que se le presentan al ser humano a través de la trascendencia, de lo extrahumano sobrenatural), de la que las religiones se pretenden representantes y gestores en la tierra. Inscribiéndose en una estrategia general de tipo gramsciano -lograr la hegemonía cultural y constituir un bloque histórico compuesto por compañeros de ruta más o menos conscientes, articulado en torno al islam-, y aspirando a la deslaicización del espacio público, a la obtención del poder supremo y al poder iconocrático, la reivindicación religiosa que exige que la “difamación de las religiones” sea delito constituye una perversión de la noción de respeto.
Relacionado: Declaración de Aranjuez

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