Jefes, ladrones y sacerdotes

Michael Shermer lo llamaba el "gran salto hacia adelante" de la humanidad. El gran incremento desde la edad de piedra a la revolución industrial, no sólo en la calidad de vida, sino en la cantidad de personas viables en el planeta.

Para Matt Ridley el "progreso" moderno arraigó en una combinación de libertad social y control de la energía. Algo así como liberalismo clásico + máquinas de vapor. El problema es que los seres humanos somos "espectacularmente buenos destruyendo instituciones generadoras de confianza". Y lo hacemos a través de tres "criaturas" terrenales: jefes, ladrones y sacerdotes: los enemigos del comercio.

Un ejemplo clásico de jefaturas regresivas es el imperio de las dinastías Ming que provocó el estancamiento del "imperio del centro" antes del renacimiento europeo. El mismo tipo de presión monopolística sobre el comercio y sobre el movimiento de poblaciones que también precipitó la decadencia del imperio español.

Los ladrones son también un problema cuando no hay un gobierno de la ley. Esta es una de las razones para la expansión de la civilización arábica en los siglos VII y VIII, cuando el mar rojo estaba infestado por piratas y los árabes encontraron la forma para atravesar el desierto a lomos de camellos. Hoy el latrocinio y la piratería parecen problemas endémicos en muchas zonas del "tercer mundo".

La tercera fuerza regresiva -de acuerdo con Ridley- son los sacerdotes, algo que en España conocemos bien, en la medida en que el diseño del imperio católico descansaba sobre la utópica noción de una "sociedad sin mercaderes". Las sanciones teológicas contra la usura durante la edad media son quizás el mejor ejemplo.

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