Guerras incruentas de religión

El fín de la historia, de Francis Fukuyama, probablemente era un mal título para una buena idea. A la fe puesta en la democracia liberal como "forma final del gobierno humano", subyacía la convicción de que no todas las formas de gobierno eran equivalentes entre sí -del mismo modo que tampoco lo son todos los sistemas éticos- porque "cualquier sociedad que aspire a ser rica y moderna, deberá pasar por el aro de tener una democracia liberal y una economía de mercado."

Podría añadirse que cualquier sociedad que aspire a una relativa pax religiosa, también deberá ser liberal. La laicidad del estado parece el mejor medio para que el odium theologicum encuentre una vía de resolución parcialmente pacífica. No hay más que comparar las tradicionales guerras religiosas y persecuciones sectarias con el incruento intercambio de propaganda desatado a raíz del "autobus ateo".

Los próximos en sumarse son los de Hazte Oir, que ya están empezando a anunciar una campaña por correo electrónico que llevará por nombre Dios existe. Soy testigo, y donde pretenden que "el orgullo y la naturalidad de la Fe lleguen a todos los rincones". Lo más interesante es que sus promotores afirman defender "las creencias religiosas, sean cuales sean", así que teóricamente podrían haber acudido al "divertido casting" de Hazte Oir en Madrid animistas, musulmanes y practicantes de la Wicca, unidos en su rechazo del ateísmo.

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