¿Quién teme a la falacia naturalista?

Éste artículo de Oliver Curry (investigador en el Instituto de antropología cognitiva y evolucionista de Oxford) debería incluirse en todos los nuevos cursos de ética en España.

La idea de que existe un error crucial en derivar el "deber ser" del "ser" suele enseñarse como un prolegómeno indispensable de la teoría ética, así que parece una cuestión importante. Si bien esta falacia, llamada "naturalista" desde los Principia Ethica de G.E. Moore (1903), tiene en realidad versiones bastante diferentes. Curry recopila hasta 8:

1. Derivar el deber del ser (la falacia de Hume).
2. Derivar los valores de los hechos.
3. Identificar el bien con sus objetos (falacia de Moore).
4. Afirmar que el bien es una propiedad natural.
5. Moverse "en la dirección de la evolución".
6. Suponer que lo natural es bueno.
7. Suponer que lo que existe actualmente debe existir.
8. Sustituir la explicación por la justificación.

Estas ocho versiones corresponden en efecto con otras ocho falacias, pero de acuerdo con Curry lo verdaderamente relevante es que no cuestionan una visión de la moral que podríamos llamar "humeana-darwiniana" o simplemente naturalista. El problema con la "falacia naturalista" no es que describa un error crucial en el razonamiento, sino la implicación corriente de que la filosofía moral (la "cuestión normativa", para decirlo con Christine Korskgaard) debe entenderse como una esfera autónoma e independiente de las ciencias naturales.

Curry propone comparar metodológicamente la moralidad con otras cualidades naturales, por ejemplo, la "dulzura". La visión humeana-darwiniana argumentaría aquí que los seres humanos poseen un sistema digestivo que ha evolucionado para distinguir entre las fuentes pobres y ricas de energía, y que el gusto humano por lo dulce es una preferencia evolutiva que favorece las comidas con alto contenido en azucar. Si se acepta la premisa, carece de sentido quejarse porque la evolución "explique" el sentimiento de dulzura, así como atribuir a la dulzura una naturaleza independiente de la psicofisiología humana del gusto.

En consecuencia:
Aplicando esto a la moralidad: El humeano-darwinista argumenta que los humanos están equipados con un conjunto de adaptaciones para la cooperación, que estas adaptaciones constituyen lo que se ha llamado pasiones morales o sentimientos morales, y que estas adaptaciones determinan lo que las personas consideran moralmente bueno o malo. Si se se acepta el argumento, carece de sentido protestar porque la evolución ha explicado por qué los humanos encuentran que ciertas cosas son moralmente buenas.
Por supuesto, siempre es posible seguir creyendo que los valores habitan en un mundo platónico independiente y distinto del natural, arruinando con ello la visión "humeana-darwiniana", pero entonces sería preciso demostrar al menos 1) Que existe un mundo no natural 2) Que los valores están allí y 3) Que tales entidades pueden ejercer algún tipo de influencia en el mundo natural.

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