Gattaca

Nuestra mente está mejor preparada para comprender el mundo en términos narrativos que en términos matemáticos o lógicos. Es sabido que las historias nos fascinan mucho más que los esquemas filosóficos o las fórmulas abstractas, con frecuencia -desde Platón, al menos- traducidas en mitos y relatos.

En el cine y la literatura "científica", la distopía vende. Gattaca es una espléndica película de ciencia-ficción, escrita y dirigida por Andrew Niccol en 1997. En cuanto expresión del miedo a la biotecnología y de la nostalgia por un orden social religioso, esta película es sin duda mucho más efectiva que todos los ensayos de Francis Fukuyama o la propaganda de los activistas modernos del "Diseño Inteligente": un joven genéticamente "inapto" (Ethan Hawke) asume aquí la identidad de un genéticamente "apto" para intentar participar en un viaje espacial reservado a la élite biológica de la sociedad.

Bajo una apología de la creatividad y del esfuerzo humano, Gattaca dibuja también la distopía biologicista con los rasgos y estilemas preferidos por los nuevos reaccionarios: estatismo ciencista, ingeniería genética, un orden social jerárquico basado en la eugenesia y determinismo genético fuerte [*]. La visión de las ciencias de la naturaleza humana (las verdaderas "ciencias lúgubres" del imaginario), viene a situarse a medio camino entre el diablo de Laplace y el Frankenstein de Shelley, una imagen muy popular del "darwinismo" entre los extremos de la izquierda y de la derecha todavía hoy:
La ciencia es asi, produce falsa certidumbre, la falsa certidumbre produce élites legitimadas para todo, eso produce despotismo, el despotismo produce totalitarismo.
La mala prensa de la ciencia. ¿Habrá algún modo de que los naturalistas abandonen Gattaca?

[*] El senado de los EE.UU acaba de aprobar el Acta para la No Discriminación Genética.

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