Por qué el "especismo" es relevante para la filosofía moral
Si los seres humanos se distinguen de los "brutos" por un "alma racional" específica, ésta cuestión no debe ni siquiera empezar a plantearse. Fín de la discusión. Gómez-Pereira: "Si el animal siente, tiene forzosamente que juzgar; si juzga, raciocina; si raciocina, forma proposiciones universales: luego no habrá distinción esencial entre él y el hombre; consecuencia inadmisible y absurda". Así pues, éste comentario está dirigido más a persuadir a quienes hayan asumido ya la premisa naturalista: no existen "almas racionales" singularmente humanas.
Recordemos otra vez que, de acuerdo con Ernst Mayr, la transición del esencialismo al "pensamiento de las poblaciones" marca la frontera metafísica del pensamiento biológico después de Darwin y justifica el carácter de la ciencia natural como ciencia histórica (a diferencia de la física). Las especies vivas no son entidades fijas ni se pueden describir correctamente como "esencias" intemporales y discontinuas. El concepto más borroso de "población" define mejor los productos de la evolución biológica. Ésto implica que nos está permitido seguir hablando de "especies" naturales sólo a condición de no imponer criterios demasiado rígidos.
Si es cierto que a partir de la Revolución Darwiniana la filosofía puede aspirar a convertirse en algo más que una colección de notas al pie de Platón, no hay ninguna razón de peso para confinar la filosofía moral a una "reserva india" particular. Aquí es donde cobra sentido el concepto de "especismo" ("asignar diferentes valores o derechos sobre la base de ser considerado miembro de una especie") definido en los años 70 por el psicólogo Richard D. Ryder, y desarrollado en las décadas posteriores por filósofos morales como Tom Regan, Peter Singer y Helga Kuhse.
Normalmente había considerado persuasivos los argumentos del tipo "pendiente resbaladiza" que se dirigían contra la relevancia del término especismo, según los cuales, como apuntó Anibal, "si se concede algo posteriormente el criterio sera mas relajado llevando la premisa inicial al esperpento: como cuando se dice que extender los derechos a los simios luego implicara extender los derechos a los insectos etc", pero un artículo sobre el estatuto moral del embrión publicado en 1982 por Peter Singer y Helga Kuhse -junto con reflexiones acumuladas en los últimos meses- me ha hecho cambiar de idea. En síntesis, Singer y Kuhse se propusieron en aquel trabajo "desacralizar" la vida del embrión humano (del cigoto) refutando los argumentos basados en 1) la potencialidad de las células sexuales, 2) la unicidad del material genético del embrión y 3) la pertenencia a la especie. Como resultado, el criterio de admisión en la "comunidad moral" no debe radicar en la potencialidad, en la unicidad o en la especie, sino en un conjunto de características naturales: conciencia, inteligencia, capacidad para experimentar dolor, etcétera, que son mayoritaria pero quizás no exclusivamente compartidas por los miembros de la especie sapiens sapiens. No entro ahora en determinar éste trascendental conjunto, sólo afirmo que debe existir uno.
Tampoco pretendo apoyar con esto la totalidad de los movimientos sociales, como el de "liberación animal" o el mismo Proyecto Gran Simio, que están fundamentados en la crítica especieísta. Es probable, como apuntaba aquí mismo Paleofreak, que muchos de estos activistas hayan sustituído un prejuicio especieísta de tipo humanista por otro de tipo "simiesco". También es posible rechazar, por otros motivos, la asociación del especismo con el racismo. Lo que quiero decir es que éste término o uno parecido es relevante para la filosofía moral, si se aceptan las premisas del naturalismo científico.
Recordemos otra vez que, de acuerdo con Ernst Mayr, la transición del esencialismo al "pensamiento de las poblaciones" marca la frontera metafísica del pensamiento biológico después de Darwin y justifica el carácter de la ciencia natural como ciencia histórica (a diferencia de la física). Las especies vivas no son entidades fijas ni se pueden describir correctamente como "esencias" intemporales y discontinuas. El concepto más borroso de "población" define mejor los productos de la evolución biológica. Ésto implica que nos está permitido seguir hablando de "especies" naturales sólo a condición de no imponer criterios demasiado rígidos.
Si es cierto que a partir de la Revolución Darwiniana la filosofía puede aspirar a convertirse en algo más que una colección de notas al pie de Platón, no hay ninguna razón de peso para confinar la filosofía moral a una "reserva india" particular. Aquí es donde cobra sentido el concepto de "especismo" ("asignar diferentes valores o derechos sobre la base de ser considerado miembro de una especie") definido en los años 70 por el psicólogo Richard D. Ryder, y desarrollado en las décadas posteriores por filósofos morales como Tom Regan, Peter Singer y Helga Kuhse.
Normalmente había considerado persuasivos los argumentos del tipo "pendiente resbaladiza" que se dirigían contra la relevancia del término especismo, según los cuales, como apuntó Anibal, "si se concede algo posteriormente el criterio sera mas relajado llevando la premisa inicial al esperpento: como cuando se dice que extender los derechos a los simios luego implicara extender los derechos a los insectos etc", pero un artículo sobre el estatuto moral del embrión publicado en 1982 por Peter Singer y Helga Kuhse -junto con reflexiones acumuladas en los últimos meses- me ha hecho cambiar de idea. En síntesis, Singer y Kuhse se propusieron en aquel trabajo "desacralizar" la vida del embrión humano (del cigoto) refutando los argumentos basados en 1) la potencialidad de las células sexuales, 2) la unicidad del material genético del embrión y 3) la pertenencia a la especie. Como resultado, el criterio de admisión en la "comunidad moral" no debe radicar en la potencialidad, en la unicidad o en la especie, sino en un conjunto de características naturales: conciencia, inteligencia, capacidad para experimentar dolor, etcétera, que son mayoritaria pero quizás no exclusivamente compartidas por los miembros de la especie sapiens sapiens. No entro ahora en determinar éste trascendental conjunto, sólo afirmo que debe existir uno.
Tampoco pretendo apoyar con esto la totalidad de los movimientos sociales, como el de "liberación animal" o el mismo Proyecto Gran Simio, que están fundamentados en la crítica especieísta. Es probable, como apuntaba aquí mismo Paleofreak, que muchos de estos activistas hayan sustituído un prejuicio especieísta de tipo humanista por otro de tipo "simiesco". También es posible rechazar, por otros motivos, la asociación del especismo con el racismo. Lo que quiero decir es que éste término o uno parecido es relevante para la filosofía moral, si se aceptan las premisas del naturalismo científico.