Nobody expects the Spanish Inquisition

Fear and surprise
Es sabido que uno de los efectos de la leyenda negra antiespañola es la caracterización de la Inquisición española como estereotipo del oscurantismo y el fanatismo contra la “libertad de conciencia”. Pero tal como documenta Joseph Pérez (La inquisición española, 2002), y cualquier historiador serio, la negación de la libertad de conciencia y de la tolerancia religiosa, denunciada generalmente como “tolerantismo”, incluso por los ilustrados moderados más influyentes, no era ninguna irregularidad española, era la actitud común en todo el continente. Cualquier soberano europeo del siglo XVIII hubiera suscrito la frase atribuida a Felipe II “no pienso ser señor de herejes”, en consonancia con el criterio aún dominante tras las guerras religiosas: cujus regio cujus religio. El librepensamiento y la tolerancia religiosa fueron fírmemente resistidos en toda Europa, incluso en Holanda, la sede informal de la ilustración radical.

A veces los tribunales religiosos actuaron como un contrapeso frente a los excesos de los tribunales seculares. El inquisidor Alonso de Salazar y Frias (1564-1636), "abogado de brujas", logró influir para que las autoridades seculares cesaran en su persecución contra casos de supuesta brujería en Vizcaya o Cataluña, donde fueron prendidas 300 supuestas brujas entre 1616 y 1619. Todo un ejemplo de moderación "centralista" opuesta a los excesos periféricos y populares. Parece que Salazar, que también participó en la revisión del famoso caso de Zugarramurdi, de hecho fue uno de los principales responsables en evitar la pena capital para los casos de supuesta brujería, extendiendo una actitud escéptica hacia esta fenomenología popular especialmente en los países católicos, pero tanto en los anglosajones.

Es grosera la extendida idea de que los teólogos e inquisidores representaban lo opuesto a las fuerzas de la razón y la Ilustración.

Alsonso de Salazar y Frias, dicho sea de paso, no aparece en el último libro de Steven Pinker, tan influyente incluso en nuestro país, pese a que dedica muchas páginas a reflexionar sobre la historia de la pena capital y sobre el proceso de “pacificación” y “civilización” occidental. Pinker tampoco menciona las leyes de Burgos cuando trata de la esclavitud, ni al padre Mariana cuando trata sobre el regicidio y el derecho popular a derrocar el gobierno injusto. En general, España está ausente. Pese a que la nómina de hispanistas anglosajones es notable, la anglomanía y la ignorancia del mundo hispánico sigue siendo la regla en estas discusiones.

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