No está en los memes. Por qué el Islam no es “democrático”

Desde hace ya unos años, Sam Harris y Scott Atran mantienen una polémica agria sobre el papel del Islam, y en general de la religión, en la génesis de la violencia política. A veces los titulares son drásticos y dualistas: “Odio contra ciencia”. En síntesis, Atran reprocha a Harris ignorar “considerables progresos en los estudios cognitivos” que mostrarían cómo las creencias religiosas resultan demasiado contradictorias, escapan rutinariamente al proceso de verificación social y últimamente carecen de un contenido fijo capaz de determinar la acción humana. Sin entrar en muchos detalles, Atran insinúa que son avatares históricos los que terminan asociando una creencia religiosa con una situación política y compara el Islam político de la actualidad con el cristianismo medieval. Para Atran, “aunque la ideología es importante”, el mejor predictor de violencia yihadista en concreto no es la creencia en prostitutas paradisiacas sino la pertenencia a un grupo de ayuda vecinal o simplemente un equipo de futbol. Atran también reconoce que “existe una tendencia actual de violencia cruel y repugnante en el Islam”.

Es probable que Harris sobreestime el papel de las creencias espiritualistas. Puede que otros factores políticos o étnicos importen más, en particular el resentimiento contra occidente y la emocionante sensación de luchar contra un “imperio”, pero yo sí creo que Harris acierta al señalar debilidades en el discurso “liberal” sobre el Islam.

Al fin y al cabo el discurso “liberal” no es en sí mismo “ciencia” y descansa sobre supuestos lejos de ser científicos. Primero, el supuesto más o menos oculto de que el “progreso” del Islam a la democracia y los “derechos humanos” es simplemente una cuestión de tiempo y maduración (y una cuestión de educación y cultura, no de biología). Segundo, el supuesto de la equivalencia o igualdad de las religiones, en consecuencia merecedoras del mismo respeto y tolerancia. Dado que estos supuestos (claramente no científicos, sino ideológicos) en la práctica se han convertido en dogmas culturales en occidente, lo previsible es que sus críticos sean tratados como blasfemos culturales. De ahí la acusación más rutinaria que reciben Harris y otros: islamofobia. No se trata de "Odio contra Ciencia" sino de dos concepciones ideológicas y filosóficas contrapuestas.

Y cierto, el Islam no es una “raza”, pero esto no quiere decir que el Islam político sea insensible a la biodiversidad humana y los hechos crudos de la biología. ¿Por qué no existe prácticamente ningún país democrático con una mayoría islámica? ¿Por qué el Islam siempre ha estado enfrentado con Occidente (y de esto sabemos algo en España) y por qué los clérigos y los ilustrados radicales, quitando alguna posición excéntrica*, se han puesto de acuerdo en oponerse históricamente a la islamización? ¿Se trata de meros prejuicios raciales y grupales sin fundamento? Quizás no todo está en los memes.

Para Steve Sailer la clave está en la organización del parentesco y en la consanguinidad** (matrimonios entre primos). Sailer intenta explicar en concreto por qué los propósitos idealistas de “democratizar” oriente medio están condenados a fracasar:

Al fomentar intensas lealtades familiares y fuertes necesidades nepotistas, la endogamia hace que sea más difícil el desarrollo de la sociedad civil. Muchos estadounidenses han oído que Iraq está compuesta de tres grupos étnicos: los kurdos del norte, los suníes del centro, y los chiítas del sur. Claramente, estas rivalidades étnicas podrían complicar la tarea de reformar el gobierno en Iraq. Pero esto es sólo un resumen de arriba abajo sobre la composición étnica de Iraq. Cada uno de estos tres grupos es divisible en tribus más y más pequeñas, clanes y familias extendidas endógamas, cada cual con sus propias alianzas, rivales y feudos. Y el motor bajo estas endemoniadas divisiones sociales es la a menudo ignorada institución del matrimoino entre primos. 

Esta sugerencia ha sido ratificada hace no mucho por un estudio de Woodley y Bell (2012) en el que se evidencia que existe una relación negativa entre consanguinidad y democracia: cuánta más endogamia, menos democracia. Por lo visto es la combinación entre Islam y Consanguinidad la que resulta un ácido para la democracia, no sólo el Islam. Pero el Islam, de facto, parece favorecer la consanguinidad o al menos estar asentado fuertemente sólo en sociedades que tienen más prácticas endogámicas.

Quizás los liberales lleven razón a largo plazo, quién sabe, pero las perspectivas no son muy prometedoras. El mismo Sam Harris ha enlazado un vídeo escalofriante hace muy poco. Juzguen por ustedes mismos:




* Uno de los representantes del ala radical de la Ilustración europea, valga la redundancia, Henri de Boulainvilliers, en su La vie de Mahomed (editada de forma clandestina en 1731) sostuvo que Mahoma era un verdadero profeta y filósofo, y que el Islam poseía una superior racionalidad al cristianismo.

** Por cierto, Guipuzcoa es la provincia española (e ibérica) donde hay mayores niveles de consanguinidad, por si a alguien le interesa saberlo. 

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