Por qué nunca conseguiremos la “igualdad reproductiva”, pero podemos hablar de ello

Lee Hyori

La "igualdad reproductiva" nunca se conseguirá. Es extremadamente improbable que algún dia, alguno de nuestros descendientes, descienda del mismo número de hombres que de mujeres. El problema es que la desigualdad natural empieza en las células sexuales. En la mayoría de las especies sexuadas, hay dos tipos de células sexuales: las masculinas, mucho más pequeñas y numerosas, y las femeninas, más grandes y costosas. No se trata de una conspiración cultural, sino de biología y selección natural. Lynn Saxon:

Por mucho que argumentemos y redefinamos el “género”, en la evolución del sexo los dos tipos de células sexuales siguen siendo un hecho con enormes consecuencias en la selección natural: se encuentran dos resultados diferentes, y a veces muy diferentes dentro de la misma especie. Este es un hecho básico sobre la reproducción sexual de las especies que no se puede ignorar. Para los machos de la mayoría de especies el número de copias de sus genes que transmitirá está menos limitado por su producción de esperma que por el número limitado de óvulos y hembras disponibles. Estos óvulos y hembras no tratarán a todo el esperma, o los machos, como igualmente deseables, y también debemos hacer notar que los machos no encontrarán tampoco igualmente deseables a todas las mujeres. 

A un nivel mucho más complejo que el de las células, siempre habrá machos y hembras más atractivos que otros y con mayor éxito reproductivo que otros. Para decirlo claramente: la razón por la que algunos hombres no se reproducen no depende de una conspiración de mujeres hipérgamas y la razón por la que algunas mujeres son consideradas más atractivas por los hombres no depende del patriarcado opresor.

Aunque la “igualdad reproductiva” no se puede lograr, del mismo modo que ocurre con la igualdad económica y social, no todas las sociedades humanas son igualmente desigualitarias, debido a que la conducta humana está también regulada por normas culturales que tienen consecuencias. Dejar de valorar la fidelidad y el autocontrol, y en su lugar estimular el deseo masculino por las mujeres más jóvenes, universalmente documentado por los psicólogos evolucionistas, o bien estimular el deseo femenino, también muy documentado, por hombres de status superior, puede que nos conduzca a una sociedad más competitiva y emocionante, pero también más desigualitaria.

Un caso ilustrativo es el de Corea del Sur. Este país que ahora exporta raperos de éxito y modelos hipérgamas a todo el mundo ha logrado ascender varios peldaños en los índices de desarrollo humano en las últimas dos décadas (está en el puesto 15 del índice de desarrollo humano, mientras que España está en el 23). Pero esta rápida “modernización” de Corea del Sur a costa de sus valores tradicionales, de raíz confuciana, está acompañada por una debacle de las relaciones sentimentales. La "clase media" sexual coreana también está amenazada. Los surcoreanos ocupan ya el último puesto en la lista de 10 países con mayor tasa de divorcios, el primer lugar en la tasa de suicidios entre los 30 países de la OCDE, mientras que aumenta el número de madres solteras desprotegidas.

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