El cayado de Margaret Mead
Chicas de Samoa. 1902 |
Estas conclusiones aparentemente "progresistas" de Mead fueron recibidas con entusiasmo por los antropólogos americanos (el libro fue prologado por Franz Boas), y de hecho sobrevivieron con buena salud hasta la revolución contracultural y sexual de los años sesenta. Apoyada en su cayado (que adoptó después de sufrir un accidente), Mead ofrecía un aspecto icónico para los contestatarios. Parecía realmente una pastora de los nuevos movimientos sociales de la izquierda.
Margaret Mead, mosaica |
Lamentablemente para Mead, sus conclusiones se encontraron con la prolongada y formidable oposición de Derek Freeman, un adusto antropólogo neozelandés con una idea muy distinta sobre el porvenir de la antropología como ciencia.
Freeman desembarcó en Samoa años después que Mead, fue nombrado Logona-i-Taga (una especie de jefe tribal) por los nativos y llegó a conclusiones drásticamente opuestas a las de Mead sobre la cultura samoana. El celo científico de Freeman, que pretendía imprimir una dirección más empírica y evolucionista a la antropología, resultaba casi religioso. Según un documental de BBC emitido en 2007 (Tales from the jungle: Margaret Mead) acerca de la controversia con Mead, Freeman se identificaba con San Jorge. Deseaba realmente decapitar el dragón del culturalismo. Bajo las capas superficiales de la discusión intelectual, entre "culturalistas" y "naturalistas", es tentador asumir una especie de "guerra religiosa" soterrada.
La controversia alcanzó su punto de ideologización más alto cuando la Asociación Americana de Antropología se pronunció en contra de Freeman, haciendo las veces de sanedrín o de concilio científico con la facultad de denunciar herejías. El trabajo de Freeman también saltó a los medios masivos de comunicación, y él mismo llegó a aparecer en horas de máxima audiencia de la televisión norteamericana.
La lucha ideológica fue agria hasta el final e implicó a varios actores de la cultura científica y popular. Para ilustrar este encanallamiento ambiental, la hija de Margaret Mead llegó a describir a Freeman como "reptiliano" en el mismo documental de la BBC, que por cierto finaliza de un modo poco científico, apelando al principio relativista de Rashomon y con una conclusión en extremo diplomática: "Ambos tenían razón".
Pero ambos no podían tener razón a la vez: