Auge y caída del “género”

Shulamith Firestone (1945-2012)

¿Cómo es posible que una ideología tan irracional como el feminismo (sí, como el feminismo, y sí, tan irracional) haya podido secuestrar una parte de una comunidad entrenada justamente en la racionalidad y el "pensamiento crítico"? Aquí se da una respuesta: media hora de verdades como puños.

Quizás podamos arrojar alguna luz recordando los orígenes truculentos y pseudocientíficos del mismo concepto de género, que está en la raíz de lo que se ha llamado "segunda oleada" del feminismo a partir de los años 60 y 70 del siglo pasado.

Hasta 1955 el concepto de “género” tenía un significado técnico gramatical y zoológico bastante preciso en la literatura científica. Por el contrario, el concepto moderno de género, y especialmente el concepto de “rol de género” como “conjunto de normas sociales y comportamentales que generalmente se consideran apropiadas para un hombre y una mujer” no ha existido desde siempre, tiene una fecha concisa de fabricación. Su invención se debe al sexólogo estadounidense John Money (1921-2006). Para Money el género era una “construcción social” que no tenía nada que ver con el sexo biológico, y se tomó tan a pecho esta teoría como para ensayar una drástica “reasignación de género” en la persona de David Reimer, un niño canadiense que sufrió la destrucción de su pene accidentalmente tras una circuncisión.

Este truculento experimento social, basado en el supuesto pseudocientífico de que el ser humano nace como una “tabla rasa” infinitamente maleable por la educación, terminó en una debacle. Reimer se resistió a la “reasignación” impuesta por sus educadores, que intentaron tratarlo como si fuera una niña (su nombre fue reasignado también como "Brenda"), dio a conocer su caso públicamente y terminó suicidándose antes de cumplir los cuarenta.

Aunque Money empezó a hablar de “género” en la década de los cincuenta, la enorme difusión del concepto no se debió precisamente a que sus credenciales científicas fueran buenas, sino a la presión cultural ejercida por la “segunda oleada” del movimiento feminista. A pesar del descrédito de Money, el concepto de género se utiliza desde entonces hasta la saciedad en la literatura de las ciencias sociales, en los llamados “estudios de género”, llegando incluso hasta la fisiología de animales no humanos “sin ninguna implicación sobre roles sociales de género” (!).

La "segunda oleada" de feministas, que según algunas visiones optimistas ya ofrece ciertos síntomas de cansancio, se basó claramente en una mezcla de pseudociencia extravagante de género con el modelo de conflicto cultural marxista desarrollado por la escuela de Frankfurt. Esto está muy bien explicado, por si a alguien le interesa indagar, en esta vieja entrevista a Herbert Marcuse. Para resumir:

FEMINISMO = DIALÉCTICA * GÉNERO
La idea de que antes de los estudios de género, es decir, antes de las ocurrencias de John Money y de las feministas radicales (pleonasmo), no sabíamos que hay diferencias culturales en el modo en que son moldeados los roles de los hombres y mujeres, es patética. Tan patético, fundamentalista y acientífico como pensar que sólo definiéndose como feminista es posible defender o valorar los "derechos de las mujeres".

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