Jonah Lehrer y las miserias del periodismo científico

Johan Lehrer en 2009


Cualquiera que se dedique a hablar de ciencia comete errores constantemente. Titulares amarillos, interpretaciones erróneas, conocimiento insuficiente del estado de la cuestión, conclusiones forzadas, y un largo etcétera. Si las equivocaciones son comunes en los propios artículos científicos revisados, pese a los mecanismos de corrección que aparentemente existen dentro del sistema, lo que se llama divulgación todavía es más vulnerable al error.

Pero hay errores más difíciles de perdonar si uno se dedica a escribir sobre ciencia. Inventarse citas de Bob Dylan para ilustrar su último libro, Imagine: How creativity works le ha costado a Jonah Lehrer la renuncia a su cargo en The New Yorker. Por lo visto, Lehrer, una conocida figura de la divulgación científica desde hace unos años (había colaborado con Seed Magazine y Wired), también se “autoplagió” en su propio blog, reproduciendo fragmentos literales de su libro sin advertir a los lectores sobre su procedencia.

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