Los “verdaderos pensadores” no son materialistas

Los verdaderos pensadores, los hombres de mente sana y corazón sano, no han sido nunca ni pueden ser ahora verdaderos materialistas. Los cielos cantan las glorias del Hacedor y no hay rincón, por oscuro que sea en la tierra, que el naturalista estudie, [139] que no demuestre de la manera más evidente la existencia de una inteligencia soberana y de un ordenador supremo. Como decía el transformista Lamarck, se ha identificado a la naturaleza con Dios, se ha confundido al reloj con el relojero, la obra con el operario, y semejante manera de discurrir es la infracción más terminante de las leyes lógicas. El materialismo tendrá siempre partidarios en el mundo, porque del lodazal de las pasiones, en el cual gustan revolcarse los cerdos todos de las piaras de Epicuro, se levantan negros vapores que nublan las inteligencias y ponen en consonancia las mentes con los corazones. El materialismo práctico es, pues, consecuencia necesaria de la concupiscencia de la carne; y el materialismo filosófico, refugio ineludible de todos aquellos que anhelan poner en consonancia sus ideas con sus costumbres. La más concluyente refutación teórica y práctica del materialismo la debemos por lo tanto a Cristo nuestro bien, y palpitando está en la ciencia y creencias cristianas. 
Materialismo, en el Diccionario de ciencias eclesiásticas (1888)

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