Cómo contar que eres ateo

Daniel Dennett ha publicado un artículo en The Washington Post sintetizando parte del trabajo que está llevando a cabo, junto con Linda LaScola, acerca de sacerdotes que no son creyentes. Dennett se pregunta por qué muchos de estos sacerdotes que comparten un conjunto de posiciones muy similares, o quizás idénticas, a las sostenidas por los ateos, sin embargo siguen resistiéndose a presentarse como ateos.

La razón más importante podría radicar en el estigma histórico que pesa sobre el ateísmo, un término cargado de resonancias negativas y antisociales que no es difícil explicar desde investigaciones recientes que vinculan la evolución de la religiosidad con las características prosociales (Norenzayan y Shariff, 2008). En la tradición occidental (y en la oriental) el ateísmo no se ha visto sólo como una posición filosófica, entre otras, sino como una descripción moral peyorativa al menos desde Anaxágoras, hace 2500 años. Sin olvidar que los mismos cristianos eran tachados como "ateos" por los romanos.

En su contrahistoria, Michel Onfray rechaza la tesis tradicional del disimulo ateo y viene a sostener que el ateísmo filosófico no empieza antes de Meslier y los contertulios del salón de Holbach. Realmente esta posición es marginal y poco sostenible. Para entender por qué grandes personalidades de la filosofía, como Spinoza, y quizás el mismo Darwin, rehusaban presentarse como ateos, pese a que sus posiciones claramente convergían con el materialismo o el naturalismo ateo, es imposible prescindir del sistema social de incentivos y de las estrategias del disimulo que provocan. Durante siglos, los costes sociales de presentarse públicamente como ateo han sido demasiado elevados incluso en las naciones con una tradición más liberal. Pero también los costes psicológicos, en un entorno cultural y educativo tan fuertemente condicionado por las creencias religiosas, probablemente han sido demasiado elevados como para tomarse el tema a la ligera. Esto explicaría que simplemente algunas personas no se den cuenta aún de que son ateos. Dennett llega a compararlo con el síndrome de Anton, una pintoresca ceguera cortical en la que los pacientes niegan haber perdido la visión.

Todavía en buena parte de este planeta es demasiado costoso presentarse públicamente como ateo. Claramente, el estigma social sólo desaparecerá mediante la eliminación de las barreras sociales, y de las políticas discriminatorias, pero también mediante el conocimiento público del potencial liberador del ateísmo, y de la historia milenaria de un pensamiento secular que es al menos tan profundo como la primera de las grandes tradiciones religiosas.



ACT. En Menéame han precisado que la traducción correcta (no literal) del título How to tell you're an atheist es "Cómo saber si eres ateo". En realidad, son dos aspectos diferentes, aunque ambos relacionados y ambos interesantes: 1) Cómo saber (uno mismo) si eres ateo y 2) Cómo contar (a los demás) que eres ateo.

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