Eco-anarquismo: A bombas por los productos “naturales”

La carrera filosófica de Rousseau, al que se puede señalar como máximo inspirador del romanticismo, comenzó por una sugerencia casual de su amigo Diderot. Antes de escribir su Discurso sobre las ciencias y las artes, publicado en 1750, el enciclopedista animó a Rousseau a que le diera la vuelta a la opinión convencional de la Ilustración, mostrando que el arte y la civilización son justamente los peores enemigos de la humanidad. Siguió su consejo. A partir de entonces el rechazo romántico de la civilidad ha seguido por caminos sinuosos y a veces violentos.

Una de las últimas expresiones de esta actitud radicalmente contraria a la ciencia y la tecnología es lo que en la edición digital de Nature bautizan ya como eco-anarquismo. Estos eco-anarquistas han pasado de los discursos a los hechos. En 2011 enviaron una carta-bomba a un lobby pro-nuclear suizo, en 2010 intentaron bombardear un laboratorio nanotecnológico en Suiza, y este mismo mes de mayo han llegado a tirotear a ingenieros nucleares en Génova. En una carta publicada por Il corriere della sera, los eco-anarquistas reivindicaban el ataque y se lamentaban de que la ciencia "nos está empujando hacia la auto-destrucción y la total esclavitud". También justificaban el atentado contra los "hombres de ciencia", como responsables del desastre ecológico. Miembros de la "Federación informal anarquista" con la que se asocian los ataques vandálicos tienen conexiones en distintos países europeos y de Hispanoamérica.

El blog de Los productos naturales, vaya timo, tiene varios ejemplos sobre cómo se las gastan algunos de estos modernos extremistas y "agroborrokas" rousseaunianos. El último de estos episodios trata sobre el ataque de los "agroborrokas" ingleses al Rothamsted Research Institute, un instituto que lleva más de un siglo estudiando cómo mejorar especies agrícolas. Y en España tampoco nos libramos.

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