Neuropornografía

Suelen aportarse dos tipos de evidencias para cuestionar la idea típica de la psicología evolucionista según la cual nuestras mentes son, esencialmente, las mismas que había en el "paisaje adaptativo" de la edad de piedra. Por una parte, se sabe que nuestra especie no ha dejado de evolucionar y que, de hecho, podría haber experimentado cambios genéticos substanciales como consecuencia del aumento de la población y la aceleración cultural en los últimos 50.000 años. Por otra parte, se valora crecientemente el papel de los procesos epigenéticos y los que tienen que ver con la neuroplasticidad (la idea de que el cerebro puede ser substancialmente afectado por la experiencia y el medio). 

La pornografía es un pintoresco ámbito en el que se puede apreciar esta facultad del cerebro. Crystal Bennes:

La pornografía es muy útil para demostrar en la práctica como funcionan los principios de la neuroplasticidad. A primera vista, la pornografía parece un asunto puramente instintivo. Pero Doidge en The brain that changes itself sugiere que no es el caso. Si las chicas exuberantes y bien dotadas desencadenan respuestas que se supone que son el producto de millones de años de evolución, deberíamos suponer que la pornografía se ha mantenido invariable a lo largo de los años. 

No es el caso. La pornografía se muestra como un fenómeno dinámico, fuertemente sensible a las modas culturales y el grado de permisividad social:

Hace cuarenta años, la pornografía "dura" significaba la descripción sexual explícita entre dos o más participantes sexuales, mientras que la pornografía "blanda" tendía a describir mujeres desnudas. Ahora, el porno duro ha evolucionado y sus subsecciones se han incrementado por diez: sadomaso, orgías, violencia y humillación, sexo anal, cualquier cosa parece valer. Hoy en día las imágenes "duras" de hace años parecen porno blando y las imágenes de mujeres medio desnudas se han convertido en un lugar común con las que todos los grandes medios nos bombardean a diario.

Sean cuales sean las consecuencias sociales y morales de esta sobreexposición a las imágenes pornográficas (algunos críticos consideran que el experimento terminará mal [PDF]), lo cierto es que el consumo pornográfico tiene efectos físicos tangibles en el cerebro y es una buena oportunidad para estudiar cómo tienen lugar los cambios neuroplásticos, ya que el fenómeno involucra las características más interesantes del campo: un uso reiterado, una concentración intensa y un sistema de recompensa. 

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