Ángeles y demonios en las montañas de Jaca

Por más que las virtudes como exorcista de Jesús de Nazaret se presenten como una prueba del cumplimiento de la promesa profética y la llegada del "reino de Dios", está fuera de dudas que los ángeles y demonios continúan poblando masivamente el imaginario de toda la cristiandad en su arte, su teología, su ciencia y su cultura popular. Estos seres a medio camino entre Dios y la naturaleza no sólo se consideran una parte legítima de la jerárquica scala naturae medieval, sino que conservan tradicionalmente una a menudo amenazante capacidad para actuar en el mundo físico, afectar las almas de los seres humanos e intervenir en la historia. En el mundo cristiano hay literalmente millones y millones de demonios. La impía clausura del mundo natural, en la que ya no caben esta clase de entidades, llega sólo a través pedregosos vericuetos teológicos y filosóficos, un camino facilitado desde luego por el avance de la ciencia moderna, y por la redifusión del naturalismo antiguo, pero también por la reforma protestante y el "desencantamiento del mundo" que a fin de cuentas termina provocando.

Uno de los artículos que la investigadora del CSIC María Tausiet ha publicado en Hispania Sacra sirve para ilustrar una parte de esta historia en España. En concreto, Tausiet aborda la publicación en 1652 de Patrocinio de ángeles y combate de demonios, por obra del monje benedictino Francisco Blanco Lanuza. Este libro parte de la experiencia personal del autor como párroco de Sandinés, pueblo situado en las montañas de Jaca (Huesca) durante una grave epidemia de presuntas posesiones demoníacas entre 1637 y 1642 que afectó principalmente a mujeres. Ante la incapacidad de los médicos para hacerse cargo de la situación, el mismo Blanco Lanuza ejerció como exorcista durante el tiempo en que se prolongó "la fiera invasión de ejércitos infernales", aunque los remedios espirituales no dieron los resultados deseados (al punto que más tarde fue requerida la presencia del mismo Consejo y General Inquisición, conocida como "la suprema"):

A medida que aumentaban las oraciones y exorcismos, ascendía también el número de posesas o "espiritadas", así como la variedad de síntomas manifestados por las afectadas: "mortales congojas y ansias de muerte [...] tullimientos [...] continuos ypos, suspiros inmediatos, risas incesantes, llantos melancolías, vómitos, calenturas artdientes, dolores de yxada vehementísimos, del vientre, estomago y caveza." A ellos se añadía un irrefrenable rechazo por lo sagrado, muchas decían no poder orar en voz alta en la iglesia ni ver la hostia consagrada, "presentándoseles a veces negra", tampoco confesarse ni recibir la comunión, además de manifestar una particular inquina por el rosario y en especial por la celebración de la Eucaristía.

La epidemia de supuestas posesiones en Jaca coincide claramente con lo que los antropólogos denominan hoy "idiomas de sufrimiento" típicos de sociedades tradicionales, es decir, "lenguajes simbólicos incorporados para expresar sufrimiento psicosociológico que derivan su legitimidad de metáforas compartidas, significados y conocimiento dentro de un grupo". Tausiet explica también cómo la referida presencia de demonios en la comarca estaba estrechamente ligada con las "penurias económicas" y en particular con "la casi total ausencia de hombres durante la mayor parte del año, lo que implicaría un alto nivel de tensión sexual entre unas mujeres condenadas a la soledad y el abandono marital."

Este enfoque socioeconómico contrasta con la actitud de los teólogos, que consideran la epidemia más una ocasión para reflexionar sobre la teodicea (la justificación de Dios en un mundo donde el sufrimiento es posible) y sobre la contienda metafísica entre ángeles y demonios: la perpetua "batalla del bien y del mal". Es más, la epidemia podía ser entendida también como un episodio más de la lucha político-religiosa entre el catolicismo español y las heterodoxias reformistas. Para Blasco Lanuza las endemoniadas de Jaca eran una magnífica oportunidad para arremeter contra los herejes y ateos:

Uno de los motivos por que aora se descubren tantos espiritados es porque se dilata el error de los hereges Ateystas en la Francia, y previene la piedad Divina este antidoto contra esta ponzoña de almas en nuestra España, disponiendo que den evidentes muestras los mismos demonios, que estan secretos en los cuerpos, de su ciego error [...] Oxala que ahora, en estos Reynos de España, con la entrada de los Franceses en el de Cataluña, no se vaya estendiendo esta ponzoña. Podemos bien colegir que le prohibe el paso la providencia divina, dando claros desengaños a gente ruda y poco fundada en la Fe, con experiencias tan notorias [como] el sucesso de obsessas mas ruydoso que se ha visto en muchos siglos [...] en el lugar de Tramacastilla y Valle de Tena, que confina con la Francia, y Principado de Bearne y Begorra.

Origen de la fotografía.


ResearchBlogging.orgTausiet, M (2009). La batalla del bien y el mal: «Patrocinio de ángeles y combate de demonios» Hispania sacra, 61 (123), 125-146

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