Cosmos: ¿Una secuela menos naturalista?

"El cosmos es todo lo que es, lo que fue, o lo que será". Así empieza Cosmos, un viaje personal, serie documental emitida por primera vez en la televisión pública estadounidense en 1980. Cosmos no es sólo "divulgación científica", es mucho mejor que eso, es espiritualidad naturalista, una atractiva y rigurosa explicación natural de todo lo que existe, desde el Big Bang hasta la química orgánica antecesora de la vida. De hecho, Carl Sagan sólo se refiere a la "atractiva" idea del Creador para descartarla, y situar en su lugar a la selección natural darwiniana que "a lo largo de los eones, hace más bella la música de la vida". Nada más, y nada menos.

El viaje personal de Sagan es todo menos un bálsamo acomodacionista. A lo largo de los capítulos critica explícitamente "la falsa ciencia de la astrología", reivindica la memoria de Hipatia y de la biblioteca de Alejandría y -para terminar de enfurecer a los historiadores cristianos de la ciencia- homenajea el protoempirismo de los filósofos jónicos como verdaderos antecesores de la ciencia moderna. En general, es una defensa muy beligerante de la ciencia frente a las explicaciones míticas y religiosas.

Tengo mis dudas de que el encargado de presentar la secuela de Cosmos, el conocido astrofísico Neil deGrasse Tyson, mantenga este espíritu abiertamente naturalista. Tyson se considera un agnóstico, aunque próximo a Sagan en la negación del providencialismo cósmico [PDF], no se indentifica con el movimiento humanista, y su relación con el escepticismo es débil, como explica recientemente en Magonia: "Sagan era mucho más activo como escéptico público de lo que yo soy o planeo ser."

Simplemente una impresión personal.

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