Cómo ponerse en desacuerdo

Si el disenso ordenado y pacífico es una condición del orden político moderno (mucho más que el consenso y la reconciliación), entonces es importante aprender a disentir, y disentir mejor.

El filósofo o ensayista Paul Graham ha propuesto una "jerarquía del desacuerdo" (traducción al español: aquí) que recopila los principales modos de disentir. Estos van desde las formas menos substantivas de argumentar, como la descalificación (parecido al argumentum ad personam de Schopenhauer), el argumento ad hominem o la respuesta al tono y prosodia del discurso, hasta las aparentemente más fuertes y substantivas, como señalar contradicciones del oponente, contraargumentar o, en último término, refutar los argumentos contrarios. Un último y más sutil argumento consiste en Mejorar el argumento contrario y sólo entonces refutar su punto central:

Si estás interesado en situarte en el lado correcto de las disputas, entonces refutarás los argumentos de tu oponente. Pero si lo que te interesa es la verdad, entonces arreglarás los argumentos de tus oponentes. Para ganar, debes pelear no sólo contra la criatura con la que te encuentras, también debes hacerlo contra la cosa más terrible que pueda ser construida a partir de su cadáver. 

Aunque no podemos estar nunca completamente seguros de que los argumentos sean correctos, etiquetar y conocer los distintos modos de argumentar puede ayudarnos a encontrar algo parecido a la verdad, o al menos el tipo de verdad que estamos interesados en encontrar.

Puesto que la mayoría de los diálogos terminan en disenso, a pesar de la falsa impresión que uno pueda traerse leyendo los diálogos de Sócrates, es importante saber disentir. Ahora bien, hay que reconocer que estas reglas para disentir elegantemente se aplican a un conjunto muy restringido de situaciones. La mayoría de la "charla social", desde los diálogos políticos a las discusiones futbolísticas, es inmune a las sanas reglas de la argumentación. Hay algunas situaciones en las que incluso resultaría completamente inadecuado intentar aplicar estas reglas. Es evidente que resulta ridículo intentar "mejorar el argumento" de la pareja que tiene intención de dejarte para entonces refutar su punto central, por ejemplo.

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