Religión y cooperación humana

Es conocida la contestación de Pierre Laplace a Napoleón después de que éste no encontrara ninguna referencia a Dios en su Mecánica celeste. A diferencia de Newton, que aún requería la agencia divina para sustentar su sistema, Laplace afirmaba rotundamente no necesitar esa hipótesis. Quienes estudian el origen y la evolución de la cooperación humana, al parecer, tampoco necesitan esa hipótesis (por otra parte, es cierto que la hipótesis adaptacionista religiosa es también naturalista, sólo supone la creencia en dioses, pero sin comprometerse con una ontología realmente religiosa).

Dos artículos recientes (aquí y aquí) cuestionarían el papel de las instituciones y creencias religiosas en la evolución de la cooperación, aportando algunas evidencias interesantes de que la generosidad con los extraños puede ser evolutivamente ventajosa incluso cuando se trata de contactos casuales, como explica Leda Cosmides. Además, las sociedades de pequeña escala (el trabajo ha estudiado la guerra entre los Turkana, una sociedad pastoral nómada del este africano) podrían estar bien organizadas a la hora de castigar a los individuos aprovechados (free riders), haciendo posible que se extiendan las ventajas de la cooperación. Y estos castigos podrían ser totalmente "profanos", basados en hábitos culturales y en un lenguaje compartido, pero sin necesidad de descansar en creencias sobrenaturales.

Según el autor de Geneaology of religion, estos trabajos ayudarían a mostrar que no necesitamos recurrir a un "Deus ex machina" adaptativo para explicar el florecimiento de la cooperación humana, al menos en sus estadios más profundos. La ciencia necesita explicaciones más parsimoniosas. Citando a Horacio (traducido por Fernando Lozano):

Ni más ni menos de cinco actos tenga.
Conducido en tramoya un Dios no venga
Que al final desenredo facilite,
Quando el enredo un Dios no necesite.

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