David Eagleman: El agnosticismo “científico”

Entre el 3 de septiembre de 2003 y el 16 de enero de 2004 el telescopio espacial Hubble capturó la que se considera imagen más profunda del universo tomada con luz visible. Concentrados sólo en un punto diminuto del espacio la imagen registró más de mil galaxias, lo que significa literalmente billones de estrellas y planetas donde aparentemente, a simple vista, no había nada.

Cuando Elaine Ecklund se refiere a que los científicos se consideran personas "espirituales", se refiere más o menos a esto.

Eagleman, neurocientífico, cree que el acervo de la ciencia, con sus desconcertantes magnitudes espaciales e incertidumbres sobre la naturaleza de la materia, no es suficiente para pronunciarse sobre la verdad del ateísmo, pero tampoco para pronunciarse sobre la verdad de las religiones reveladas. En definitivas cuentas, probablemente Eagleman no cree que Jesús sea el "hijo de Dios" ni que el credo de los concilios católicos representen algo así como la "verdad inmutable sobre la naturaleza del hombre". En la práctica, Eagleman es un ateo vagamente diplomático, y su discurso pese a algunas señales de alarma no es más corrosivo con el "nuevo ateísmo" que con las religiones en su sentido habitual.

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