¿Debe un católico alegrarse por la muerte y condenación de Bin Laden?
Tras la muerte de Osama Bin Laden en Pakistán, el portavoz del Vaticano Federico Lombardi se apresuró a declarar que "un cristiano no debe alegrarse por la muerte de ningún hombre".
Los padres de la iglesia no eran tan diplomáticos, sin embargo. Según el suplemento a la tercera parte de la Suma teológica, la contemplación de las penas de los condenados en el infierno sirve de hecho para incrementar la felicidad de los beatos: Videbunt poenas damnatorum, ut beatitudo illis magis complaceat. Literalmente, Juan Pablo II debe estar ahora mismo disfrutando de la más que probable condenación eterna de Bin Laden. De acuerdo con la misma Suma, la felicidad por la infelicidad de los condenados no contradice la caridad, dado que los santos y beatos no pueden oponerse a la justicia divina deseando que cesen las penas de los condenados. Del mismo parecer eran san Agustín, Tertuliano (que se regozijaba especialmente con la condenación de los filósofos) o Jonathan Edwards.
Uno de los argumentos "morales" más escalofriantes jamás creados por una mente humana, como en su día advirtió Nietzsche, en La genealogía de la moral, criticando la "horrorosa ingenuidad" de Dante al haber inscrito en las puertas del cielo el lema "También a mí me creó el amor eterno".
Por razones poco claras, este suplemento tan espinoso de la Suma está omitido en las versiones digitales de la obra en español, aunque puede encontrarse en inglés. Al parecer el suplemento mismo no fue escrito por Tomás de Aquino, sino probablemente por su amanuense Reginaldo de Piperno. En todo caso, el texto se considera una parte legítima de la Suma y no se sabe que contenga doctrina contraria a la tradición.
A la vista de cuáles eran las posiciones históricas, mi impresión personal es que las declaraciones del portavoz vaticano son más bien una afortunada consecuencia de la moral secular, y del proceso de pacificación de las terroríficas creencias tradicionales.
Gracias a Pablo González DeLaTorre por darme las referencias textuales.
Los padres de la iglesia no eran tan diplomáticos, sin embargo. Según el suplemento a la tercera parte de la Suma teológica, la contemplación de las penas de los condenados en el infierno sirve de hecho para incrementar la felicidad de los beatos: Videbunt poenas damnatorum, ut beatitudo illis magis complaceat. Literalmente, Juan Pablo II debe estar ahora mismo disfrutando de la más que probable condenación eterna de Bin Laden. De acuerdo con la misma Suma, la felicidad por la infelicidad de los condenados no contradice la caridad, dado que los santos y beatos no pueden oponerse a la justicia divina deseando que cesen las penas de los condenados. Del mismo parecer eran san Agustín, Tertuliano (que se regozijaba especialmente con la condenación de los filósofos) o Jonathan Edwards.
Uno de los argumentos "morales" más escalofriantes jamás creados por una mente humana, como en su día advirtió Nietzsche, en La genealogía de la moral, criticando la "horrorosa ingenuidad" de Dante al haber inscrito en las puertas del cielo el lema "También a mí me creó el amor eterno".
Por razones poco claras, este suplemento tan espinoso de la Suma está omitido en las versiones digitales de la obra en español, aunque puede encontrarse en inglés. Al parecer el suplemento mismo no fue escrito por Tomás de Aquino, sino probablemente por su amanuense Reginaldo de Piperno. En todo caso, el texto se considera una parte legítima de la Suma y no se sabe que contenga doctrina contraria a la tradición.
A la vista de cuáles eran las posiciones históricas, mi impresión personal es que las declaraciones del portavoz vaticano son más bien una afortunada consecuencia de la moral secular, y del proceso de pacificación de las terroríficas creencias tradicionales.
Gracias a Pablo González DeLaTorre por darme las referencias textuales.