El premio Cervantes sigue ignorando la ciencia en español

A propuesta de la Academia de la lengua de los países hispanos, el ministerio de cultura de España es el encargado de conceder cada año, desde 1976, el premio Cervantes. El propósito del premio es reconocer "la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española". La ganadora de este año es la novelista Ana María Matute.

Viendo la lista de galardonados por el ministerio, se diría que los escritores científicos y de no ficción no han contribuido nada al patrimonio de nuestra lengua común desde hace más de tres décadas. Como mucho encontramos "ensayistas" premiados pero que se desenvuelven invariablemente en el contexto de la literatura ficticia. No aparece en la lista ningún filósofo, historiador, científico o popularizador de la ciencia que haya escrito su obra en español, y me atrevería a decir que este "cierre" a la literatura científica es un prejuicio cultural que ni siquiera se cuestiona. ¿Pero es que personas como Mario Bunge, Gustavo Bueno, Gonzalo Puente Ojea, Juan Luis Arsuaga, Jesús Mosterín, Adela Cortina, Eugenio Trias, Fernando García de Cortazar o Francisco J. Ayala, para nombrar unos pocos, no han enriquecido la lengua española tanto o mucho más que nuestros distinguidos cuentistas y poetas?

Será verdad, como apuntaba María Zambrano, que España sigue siendo una tierra fecunda para los poetas y los "sabios de portal", pero infecunda para la literatura científica y filosófica. Aunque para ser francos este prejuicio cultural parece bastante universal; al fin y al cabo pasa algo similar con el premio Nobel de literatura.

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