Las redes sociales que nos hicieron “humanos”

Mujer Hadza
Una idea predominante entre los antropólogos establecía que las sociedades humanas ancestrales estaban formadas por grupos de personas estrechamente relacionadas genéticamente. Pero un estudio publicado en Science, con datos sobre el coeficiente de parentesco y patrones residenciales en 32 sociedades de cazadores y recolectores contemporáneas, pone de manifiesto que las sociedades tradicionales son mucho menos "familiares" de lo previsto.

Las sociedades tradicionales muestran el conjunto de conductas cooperativas que más nos diferencian de otras especies sociales: 1) comidas compartidas, 2) altos niveles de cuidado alomaternal, 3) cooperación diaria en la adquisición de comida y en la construcción de espacios habitables y 4) provisión diaria de bienes públicos. Rasgos prosociales, en suma, tan caracterizados por la ausencia de un estado y de castas de poder separado como por una aversión a la desigualdad en contraste con el "ethos" del individualismo moderno.

Según Hill y sus colegas, los parientes cercanos residenciales sólo alcanzan el 10% de las poblaciones. El resto convive "con amigos, no parientes". En consecuencia "no podemos suponer necesariamente que rasgos cognitivos como la aversión a la desigualdad y las emociones prosociales evolucionaron en ambientes ancentrales compuestos principalmente por parientes cercanos". El hallazgo es relevante porque avalaría la importancia central que las "redes sociales", no el parentesco directo, desempeñaron en el desarrollo de la cultura humana:

Cuando las personas residen juntas, tienen oportunidades frecuentes de observar innovaciones, evaluar sus éxito e imitar los rasgos que juzgan más exitosos o más comunes. Nuestro análisis sugiere que el incremento en el tamaño de las redes que siguió a un cambio único en nuestra estructura residencial humana ancestral podría haber ayudado a una mayor exposición de ideas merecedoras de ser copiadas, y podría explicar por qué los humanos, pero no otros animales, evolucionaron mecanismos de aprendizaje costosos que podrían haber ocasionado una evolución cultural acumulativa. Esta expansión única del tamaño de las redes en nuestros homínidos antecesores puede ser detectada arqueológicamente en la emergencia de flujos de larga distancia de herramientas y materiales básicos aparecidos ya en el pleistoceno.

El éxito de esta forma de vida basada en la cultura y las redes sociales extendidas más allá del parentesco explicaría por qué nuestros antecesores reemplazaron a los demás homínidos en la carrera evolutiva.

Si es posible realmente extrapolar estos resultados a las sociedades primitivas del pleistoceno (y los autores del trabajo piensan que sí), entonces ya no podríamos considerar que las sociedades tradicionales son sociedades "basadas en el parentesco", como habían estipulado normalmente los manuales de antropología.



ResearchBlogging.org Hill KR, Walker RS, Bozicević M, Eder J, Headland T, Hewlett B, Hurtado AM, Marlowe F, Wiessner P, & Wood B (2011). Co-residence patterns in hunter-gatherer societies show unique human social structure. Science (New York, N.Y.), 331 (6022), 1286-9 PMID: 21393537

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