El naturalismo ateo como filosofía de vida

Las Cartas a Eugenia de Holbach (1723-1789) son una flor escondida de la ilustración europea, pero pertenecen a un linaje antiquísimo y universal de obras humanistas. De hecho, no existe una sola gran tradición religiosa en el mundo, de los vedas al Islam, que no haya sido contestada rigurosamente alguna vez por librepensadores y escépticos siempre al borde de la persecución. Ya en el siglo VI a.C. la escuela india Lokāyata creó un sistema crítico completo del teísmo de los vedas y todas sus formas de devoción. Las cartas de Holbach pertenecen a esta tradición de "Filosofías de vida", como las llama Jennifer Michael Hecht, orientadas a la terapia personal más que a la comprensión teórica de la naturaleza.

Con la confianza que aparentemente da la intimidad epistolar, Holbach se expresaba así sobre la persecución de las ideas naturalistas:

Pese a todos los esfuerzos de los bellacos que han tomado la defensa de la religión, de la que sólo ellos recibían provecho, estos grandes hombres no han podido conseguir hasta ahora colocar su sistema divino a cubierto de los ataques de la incredulidad. Aunque han respondido sin descanso a las objeciones que se les han hecho, no han sabido ni eliminarlas ni destruirlas. Ayudados casi siempre por la autoridad pública, no han contestado a las quejas de la razón sino con injurias, denuncias, suplicios y persecuciones. Así es cómo han conseguido enseñorearse del campo de batalla que sus adversarios nunca han podido disputar abiertamente. A pesar de las desventajas de un combate tan desigual, aunque los defensores de la religión disponían de toda clase de armas y podían mostrarse al descubierto, en tanto que sus adversarios no tenían más arma que la razón y no podían mostrarse ni servirse de todas sus fuerzas, éstos últimos no han dejado de producir heridas profundas a la superstición. 

Introducción del libro, aquí.

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