El “Atrio de los gentiles” no es un foro de diálogo entre creyentes y no creyentes

Parece que al "atrio de los gentiles" era un patio próximo al templo de Jerusalén, algo vagamente similar al ágora griega, en donde judíos y no judíos discutían y comerciaban públicamente.

Una iniciativa del mismo nombre (de gira estos días por Barcelona) fue puesta en marcha en 2009 por Benedicto XVI y el "Consejo Pontificio de la Cultura", con el objetivo de organizar un foro "donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo”. El propósito era crear un "espacio de diálogo" que incluya "aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido y que, a pesar de eso, no quisieran estar simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido".

Claramente, este nuevo "atrio de los gentiles" no es un inocente foro de diálogo "interreligioso" ni un "punto de encuentro en el diálogo con no creyentes", puesto que empieza por excluir a los ateos y humanistas con una visión positiva. Sería más correcto describirlo como una estrategia proselitista del Vaticano, enfocada a paliar los devastadores efectos del secularismo europeo y que omite deliberadamente enredarse en discusiones serias con los no creyentes. Hasta aquí nada tiene de sorprendente. Lo que no se entiende de ningún modo es por qué precisamente la UNESCO, cuya constitución propone "contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo", pero sin hacer "distinción de raza, sexo, lenguaje o religión" tiene que auspiciar programas proselitistas y excluyentes como este del Vaticano.

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