La sodomía como herejía en la sociedad cristiana

Hispania Sacra publica en su último número un artículo de Fernanda Molina en el que describe el proceso de "herejización" de la sodomía en la sociedad moderna cristiana. Esta inclusión de la sodomía dentro de un amplio "complejo idolátrico" y herético habría tenido lugar, ante todo, "en el contexto de expansión jurisdiccional de la institución hacia el campo de la moralidad, hasta entonces fuera de su alcance".

Este proceso, en el que tendieron a fundirse la jurisdicción secular y eclesiástica, suponía una cierta superación del concepto mismo de herejía, tal y como era definida, por ejemplo, por el teólogo Robert Grosseteste (c. 1230): "proposición elegida por la inteligencia humana, contraria a la sagrada escritura, enseñada en público y defendida por pertinacia". A partir de la bula de Juan XXII Super Illius Specula (1322), que introdujo el fascinante concepto de "factum heretical", los herejes podían ser denunciados en función no sólo de lo que creían o decían, sino de lo que hacían (y entre los hechos sospechosos, crecientemente, figuraba la sodomía). En España, ya en una pragmática de los Reyes Católicos de 1497 se establece el mismo castigo para delitos de sodomía, herejía y lesa majestad, y en 1505 una segunda pragmática otorga jurisdicción sobre la sodomía a la inquisición eclesiástica.

Esta "herejización" de la sodomía arraigaba en una profunda tradición que la asimilaba con la idolatría y con las costumbres de los gentiles:

La sodomía suele aparecer en los textos teológicos como atributo de los idólatras. Por ejemplo, Jerónimo de Estridón, en sus comentarios al libro de Ezequeiel, equiparó a los habitantes de Sodoma con los gentiles. Sin dudas, su lectura procedía del exhaustivo conocimiento de las fuentes bíblicas de las cuales había oficiado como su traductor latino. Según el autor, el pecado de Sodoma, haber intentado "conocer" a los ángeles enviado por Dios, tuvo lugar debido a su desconocimiento de Yahvé y a su afición por los falsos dioses (Génesis 19, 1-17).

El mismo Agustin de Hipona, uno de los ideólogos pioneros de la inquisición, subrayaba en su Espejo de la sagrada escritura los pasajes bíblicos que censuran tajantemente la sodomía y los demás pecados idolátricos (Levítico 18, 21-24). Un conjunto de actitudes que, como recuerda también Molina, no se reducían a la sociedad cristiana:

Este compendio de pecados tenía una tradición más antigua que la que pudieran elaborar los padres de la Iglesia con el objetivo de clasificar a los gentiles, infieles o paganos. De hecho, esos estereotipos y prejuicios se lanzaron primero contra las primeras comunidades de cristianos, cuyas prácticas religiosas eran vistas con recelo.
(...) Pero si los cristianos fueron, en sus comienzos, una minoría vulnerable, hacia el siglo III, al crecer el número de fieles, al incorporar a su fe a varias familias aristocráticas, al aumentar sus riquezas, en suma, al convertirse en una de las religiones más importantes del imperio, fueron integrados y las persecuciones ua no se fundaron en las fantasías mencionadas. En los siglos posteriores, la relación se invertiría: los cristianos se transformarían en perseguidores y custodios de la ortodoxia religiosa, esto es, la nueva forma que asumiría la "civilización" y el orden social. 

En esta "cristianización" de la antigua persecución desempeñó un papel fundamental la asociación entre brujería y sodomía. Pedro Damian, en su Libro Gomorreana sostuvo en este sentido que "Cuando un hombre se une con otro hombre para cometer el pecado, no es ese un arrebato natural de la carne sino, solamente, el estímulo de la instigación diabólica", y Martin de Castañega, en su peculiar tratado sobre las supersticiones, señaló que Satán reclutaba a sus seguidores principalmente entre "flacos y pecadores".  Los estereotipos y prejuicios contra el sodomita se asociaron también con el temor a la sexualidad femenina, "insaciable y voraz", quintaesenciada en la figura de la bruja, y también con el antisemitismo popular (Quevedo se refiere en el Buscón a los judíos como "bujarrones" y "putos").

En definitiva, los inquisidores eclesiásticos, con el indispensable auxilio del brazo secular, llegaron a considerar la sodomía como un "pecado nefando" y un comportamiento verdaderamente herético, un "atentado contra Dios" que es realmente difícil de acomodar con la ética secular. Esta actitud tradicional, tan profunda y prolongada, ayuda a comprender por qué es tan díficil de sobrepasar la hostilidad de la iglesia actual contra el matrimonio homosexual y -de un modo aún más crudo-, la persecución de la homosexualidad en regímenes políticos que todavía son marcadamente teocráticos.



ResearchBlogging.org Molina, F. (2010). La herejización de la sodomía en la sociedad moderna. Consideraciones teológicas y praxis inquisitorial Hispania Sacra, 62 (126), 539-562

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