La emergencia del naturalismo en el siglo XX

Roy Wood Sellars (1880-1973) es el autor del Manifiesto humanista y el padre de Wilfrid Sellars, uno de los principales responsables, quizás junto con Quine, de afianzar el "paradigma" naturalista en la filosofía más influyente del siglo XX. Aún en 2010, según una encuesta reciente, la mayoría de los filósofos profesionales se declaran fisicalistas (56%), naturalistas (50%) y ateos (72%).

En 1924 Sellars publica The emergence of naturalism, una excelente síntesis del naturalismo como proyecto desde sus rudimentarios principios griegos hasta la reacción contra los sistemas idealistas del siglo XIX. El naturalismo que empieza a aparecer como "visión del mundo" en el siglo XX tiene, en la versión de Sellars, un carácter fuertemente histórico, gradual y emancipatorio, desde el estado de ignorancia original ("Urdummheit", estupidez originaria, según una descriptiva expresión germana) a los últimos desarrollos de las ciencias naturales: "Inevitablemente, gran parte del naturalismo pasado fué más una profecía que una realización". Efectivamente los primeros sistemas naturalistas, si exceptuamos las tentativas poco conocidas de los indios Carvaka, cristalizan en los sistemas de Demócrito y Epicuro, pero la ruptura con el supernaturalismo se vuelve menos obvia en Platón y Aristóteles, y se disuelve con la reacción cristiana, que "democratiza" las ideas orientales sobre la inmortalidad del alma e inaugura una época más mística y pesimista.

La experiencia naturalista no dura mucho:

Sólo por un breve periodo de tiempo existieron las condiciones sociales y un estado mental en los hombres favorable a la libre investigación y el humanismo naturalista. El intelecto griego tuvo su corto periodo de florecimiento en la libertad de la ciudad-estado y probó lo que puede conseguirse mediante el análisis audaz.

Cuesta varios siglos recuperarse de esta interpretación teológica del mundo. Una lenta recuperación desde la depresión medieval que afecta tanto a la política, con el ascenso de las teorías del contrato y más recientemente de la democracia, como a la ciencia que extiende su método a los dominios tradicionales, y finalmente al sentido del humanismo, dando lugar paulatinamente a una ética cada vez más secular y menos centrada en el otro mundo.

Cuanto más penetra la ciencia en la naturaleza y más se relaciona con el hombre en todas sus actividades, más significado y contacto pierde el supernaturalismo, y más surge la idea de que no hay un reino de la existencia más allá de lo natural. 

El relato de Sellars, audaz y optimista, presagia la concepción continua de ciencia y filosofía y describe perfectamente el carácter histórico, aunque no lineal, del conocimiento natural y del humanismo capaz de engendrar, ya que no podemos asegurar que las condiciones de la civilización sigan siendo favorables a esta empresa.



ResearchBlogging.org Sellars, R. (1924). The Emergence of Naturalism Ethics, 34 (4) DOI: 10.1086/207448

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