Física del alma

Si queremos formarnos ideas claras sobre nuestra alma, sometámosla a la experiencia, renunciemos a nuestros prejuicios, descartemos las conjeturas teológicas, desgarremos los velos sagrados que no tienen otro objetivo que cegar nuestros ojos y confundir nuestra razón. Que el físico, el anatomista, el médico, reúnan sus experiencias y sus observaciones para enseñarnos lo que debemos pensar acerca de esta sustancia que se ha convertido en incognoscible. Que sus descubrimientos enseñen al moralista los verdaderos móviles que pueden influir en los actos de los hombres, a los legisladores los motivos que deben utilizar para incitarles a trabajar por el bienestar general de la sociedad, a los soberanos los medios para hacer verdadera y auténticamente felices a los pueblos sometidos a su poder. Las almas físicas y las necesidades físicas exigen una felicidad física y objetos reales, preferibles a las quimeras con las que se alimenta a nuestros espíritus durante tantos siglos. Trabajemos para lo fìsico del hombre, hagamos que sea agradable para él y pronto veremos que su moral mejora y llega a ser más afortunada, su alma se pacifica y se hace más serena, su voluntad tiende a la virtud por los motivos naturales y palpables que se le presenten. Los cuidados que el legislador otorgue a lo físico formarán ciudadanos sanos, robustos y bien constituidos quienes, al hallarse felices, se dejarán llevar por los impulsos útiles dados a sus almas. Estas almas estarán viciadas siempre que los cuerpos estén enfermos y los pueblos sean infelices. Mens sana in corpore sano. Esto es lo que puede formar un buen ciudadano.

- Holbach, Sistema de la naturaleza

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