¿Avala la ciencia las políticas de igualdad?

Un equipo de 26 científicos sociales entre los que figuran Monique Bogerhoff Mulder y Samuel Bowles acaban de publicar un interesante trabajo en Science 1 sobre la transmisión de la riqueza entre 21 sociedades humanas contemporáneas de pequeña escala, distribuídas en cuatro continentes.

Por lo que se refiere al reparto de la riqueza, no hay un único patrón universal, pero existen fuertes correlaciones. En particular, la riqueza se transmite de forma más previsible en las sociedades agrícolas y pastorales (por ejemplo, los dagota de Tanzania), donde los bienes materiales son más fácilmente heredables en comparación a las sociedades de horticultores y recolectores (por ejemplo, los ache de Paraguay), donde la riqueza depende más del aprendizaje y de las redes sociales públicas.

Sorprendentemente, el grado de transmisión intergeneracional de la riqueza entre las sociedades de horticultores y de recolectores es substancialmente equivalente con las democracias nórdicas, mientras que el mismo grado es equivalente entre las pequeñas sociedades agrícolas y pastorales, y los EE.UU. o Italia.

Las sociedades humanas se hacen menos igualitarias a medida que aumentan su riqueza material, pero no hay tendencias "naturales" o fatalistas hacia la desigualdad. Algunas sociedades pastorales y agrícolas, como los tandroy y otros pueblos de Madagascar, no exhiben un grado elevado de desigualdad a pesar de reunir los requisitos aparentes. Esto indica que las decisiones políticas importan, y que un cierto igualitarismo deliberado es alcanzable mediante el diseño institucional.

En este sentido, Wilkinson y Pickett aportan pruebas económicas favorables a las politicas de igualdad basadas en la ciencia, a veces -como ha argumentado el mismo Bowles, más allá de la "igualdad de oportunidades". Dicho brevemente, los países más igualitarios son los que mejor se sitúan en todos los índices de "calidad de vida": expectativa de vida, mortandad infantil, niveles de criminalidad, alfabetización y obesidad e incluso reciclado de basura. El mejor predictor de bienestar social no sería tanto la cantidad total de riqueza, sino las diferencias en su reparto interior. El patrón se cumpliría incluso en el interior de los Estados Unidos: los estados que afrontan mayores problemas sociales también son los más desiguales.

Un dato a tener en cuenta -apuntan los mismos autores de The Spirit Level: Why More Equal Societies Almost Always Do Better- es que los niños de la clase social más baja en los países nórdicos disfrutan de unas probabilidades de supervivencia comparativamente superiores a los de la clase social más alta en Gran Bretaña: "Esto parece un impresionante argumento político: más igualdad proporcionaría a las personas ricas de las sociedades desigualitarias el tipo de expectativa vital que incluso los pobres disfrutan en otros sitios".



ResearchBlogging.orgMonique Borgerhoff Mulder, Samuel Bowles, Tom Hertz, & et al. (2009). Intergenerational Wealth Transmission and the Dynamics of Inequality in Small-Scale Societies Science, 326, 682-688 : 10.1126/science.1178336

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