El espectro animista

Religión y pseudociencia espiritualista (magia, psicofonías, visitantes de dormitorio, extraterrestres de las pirámides, sanación "reiki"...) no representa una dicotomía, sino distintas ubicaciones en el mismo espectro animista. Buena parte de la ciencia cognitiva de la religión avala hoy que esta "no es en sí una adaptación sino un subproducto de otras adaptaciones psicológicas, el mecanismo de detección de la agencia o sesgo animista". Por eso habitualmente es difícil discernir, incluso desde el punto de vista periodístico, entre la "información religiosa" y la información sobre "misterios" o sobre los llamados "fenómenos paranormales" que retan todos los supuestos de la ciencia normal y a veces son genuinos peligros para la salud pública. Para diagnosticar endemoniados y practicar exorcismos, por ejemplo, al parecer basta con la licenciatura de teología, aunque este exorcista de la Archidiócesis de Barcelona reconoce que también ha "leído mucho sobre psicología".

Estas narraciones extraordinarias no son raras en nuestra cultura porque los componentes animistas son muy corrientes -incluso imprescindibles- en todas las religiones. La misma scala naturae de la teología cristiana reconoce entidades dotadas de "conciencia" e intencionalidad, como los ángeles, pero que carecen de materia propiamente dicha (apelar a la "materia sutil" no deja de ser un clarísimo subterfugio). Todavía los teólogos aceptan actualmente a regañadientes el dogma neurocientífico sobre la "dependencia neural" de la mente, y algunos críticos ya han pronosticado que el materialismo implícito de la neurociencia será el próximo campo de batalla del creacionismo.

La gran cadena del ser.

En Facebook leo el perfecto titular para esta noticia: "Mientras la I+D se desploma, el Padre Karras conversa con La Vanguardia."

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