El burdel de Darwin

Cultura 3.0 ha publicado hace poco un artículo de Teresa Giménez Barbat en el que, si no lo he entedido mal, se defiende la abolición de la prostitución, a pesar de considerarse aparentemente "irradicable" desde un punto de vista darwinista.

Teresa considera que la prostitución es una especie de ancestral innatismo que "aparece cuando las condiciones económicas y de reparto desigual del poder lo permiten". Los antropólogos y los psicólogos evolucionistas citan a menudo, en este sentido, los ejemplos paleolíticos de "sexo por favores" para intentar trazar una historia profunda de la prostitución y la explotación femenina. El problema es que la prostitución histórica, documentada ya hace milenios en el código de Hammurabi mesopotámico, es algo más que sexo por favores ocasionales, es una actividad (a veces, sagrada) vinculada con las sociedades estratificadas donde existe una fuerte división y especialización del trabajo.

Helen Fisher (*) también entiende que todos estamos "biológicamente equipados" para tolerar la prostitución y la explotación femenina. Pero la esclavización de las prostitutas no sería tanto un "innatismo" o una fatalidad de la naturaleza humana, cuanto que un subproducto de una situación cultural:
No es probable que varíe la propensión fenemina a adqurir los recursos necesarios para educar a sus hijos. En tanto las naciones industrializadas prósperas posean políticas restrictivas de inmigración, las mujeres pobres de los países desarrollados serán susceptibles de caer en las falsas promesas de los depredadores, de los traficantes criminales implicados en el comercio internacional de esclavas sexuales.
Esto arroja luz sobre la abrumadora presencia de prostitutas extranjeras en un país occidental como España (en Sevilla el porcentaje alcanza el 80% , según un diario local).

El otro factor biológico que explica la proliferación de la prostitución es la biología sexual masculina. Los psicólogos evolucionistas conjeturan con que desde hace milenios los hombres podrían haber evolucionado una disposición favorable a la promiscuidad con mujeres abrumadoramente más jóvenes que ellos, justo cuando es más probable que los hijos sobrevivan.

A diferencia de Teresa, yo no creo que la prostitución femenina o masculina sean naturales, universales o "innatas", y me parece que es imprescindible distinguir entre el sexo por favores, la prostitución como institución u "oficio", y la esclavitud sexual. Tampoco creo que la llamada falacia naturalista sea una falacia en el sentido habitual. Si es posible abolir la esclavitud sexual -más que la prostitución, la pornografía o el "mal gusto" tan difíciles de suprimir- precisamente es porque la esclavitud no es un orden natural, al contrario de lo que pensaban los escritores bíblicos o Aristóteles.

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(*) Fisher, H. 2002. The Sex Slave Trade: Biological Imperatives, Cultural Trends and the Coming Empowerment of Women. Hastings Women's Law Journal, Hastings College of the Law, University of California, 13#1:21-29.

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