El primate que daba buenos consejos

Así vienen a caracterizar Laureano, Luis y Miguel Ángel Castro Nogueira la peculiaridad del ser humano en un libro que ha editado Tecnos: ¿Quién teme a la naturaleza humana?, y que contiene probablemente la introducción más detallada al "proyecto darwinista de una ciencia de la naturaleza humana" publicada en español. El hombre es un primate que aconseja, un Homo suadens (de "suadeo", aconsejar):
Los humanos somos aceptadores de autoridad; esto es, poseemos una tendencia psicológica que nos incita a aceptar la influencia social. Dicha predisposición provoca el que los individuos assesor sientan placer cuando ajustan su conducta a lo que se considera correcto y, por el contrario, tengan sentimiento de culpa y malestar cuando no es así.

Esto supone el desarrollo de una nueve fuente de placer/displacer que no depende de manera directa de la conducta expresada, sino del participar o no en el acuerdo social con respecto al valor de la misma.

(...) Por tanto, aunque los psicólogos evolucionisas tienen razón cuando afirman que los seres humanos no funcionan como una tabla rasa capaz de aprender cualquier cosa, en cierta forma, en cuanto que individuos assesor, pueden comportarse como si lo fuesen y adoptar creencias o ideas con valor biológico neutral o incluso negativo, siempre que hayan sido transmitidas como positivas en términos de valor.
Aunque no he hecho por ahora una lectura tan exhaustiva del libro como para formar una crítica precisa y justa, dudo que ésta objeción realmente cuestione el núcleo del "programa naturalista", e incluso el más específico de los psicólogos evolucionistas. Si algo resulta relevante en la evolución del Homo suadens durante los últimos 50 o 60.000 años, (y siempre que asumamos que la selección natural no actúa sólo a escala individual), sería justamente el éxito biológico de los valores, no su neutralidad o negatividad.

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