Falsedades sobre la evolución en la COPE

El primer problema de esta hipótesis es que jamás hemos observado un salto de especie, y la ciencia necesita que las demostraciones confirmen las suposiciones.

Cuanto más sofisticadas son las teorías científicas, más complicadas resultan de "confirmar". En las ciencias más avanzadas existen multitud de términos teóricos que son muy difíciles o acaso imposibles de conectar con enunciados de observación, si bien pueden inducirse mediante evidencias empíricas y teóricas indirectas. Los sucesos cuánticos, por ejemplo, no se pueden "observar", y tampoco los grandes saltos evolutivos -incluso si se asume el saltacionismo-, que presumiblemente requieren importantes periodos de tiempo geológico.

Darwin vió que en todos los seres vivos se da una lucha por la vida, y supuso que la supervivencia del más fuerte daba lugar a una selección natural que conservaba y transmitía las variaciones favorables, produciendo especies cada vez mejor adaptadas al medio ambiente


Darwin jamás habló de la "supervivencia del más fuerte". Herbert Spencer prestó el término "supervivencia de los más adaptadados" (surviving of the fitest) a Darwin, que acabó incorporándolo a las ediciones de El origen de las especies.

Hablar de evolución biológica es, en primer lugar, constatar la aparición progresiva de las diferentes especies, y las semejanzas morfológicas entre las especies próximas en el tiempo. A partir de esos hechos, el evolucionismo interpreta la mera semejanza morfológica como surgimiento de unas especies a partir de otras, por medio de una relación de causalidad.


Los evolucionistas distinguen las semejanzas homólogas y análogas según la evolución de un rasgo sea paralela o convergente. Dos partes orgánicas diferentes son homólogas cuando se puede presumir un mismo origen evolutivo, algo que la biología molecular puede ayudar a verificar identificando fragmenos de ADN prácticamente idénticos entre especies. Pero la semajenza de dos estructuras es sólo análoga si ha sido adquirido de un modo filogenéticamente independiente. Ejemplos clásicos de evolución analógica son las alas de las mariposas, de los murciélagos y las aves, frente a las alas del pterodactylus, el murciélago y el ave, que son estructuras homólogas.

Aunque Mendel había descubierto las leyes de la transmisión hereditaria en 1865, el mundo no conoció esa revolución científica hasta 1900. Por ese retraso, Darwin murió sin sospechar que los caracteres adquiridos no se incorporan al patrimonio genético y, por tanto, no se transmiten por herencia. Aquí radica el tercer punto débil del darwinismo. Sin embargo, un buen ejemplo puede hacer creíble cualquier error, y perpetuarlo indefinidamente entre el gran público.

Aunque Darwin parece que tuvo conocimiento del descubrimiento de Mendel, por desgracia no tuvo conciencia de las importantes consecuencias derivadas para su teoría. Lejos de destruir el "darwinismo", el hallazgo de Mendel hubiera salvado la principal dificultad que presentaba la teoría de la evolución por selección naturtal, detectada en su tiempo por Fleeming Jenkin (la selección natural no podría actuar en el modelo "darwiniano" original, sino precisamente en el mendeliano). De hecho, el descubrimiento de que los caracteres adquiridos no se heredan terminó incoporándose sin problemas en la síntesis darwinista del siglo XX.

Lo único cierto, en razón de su evidencia, es la progresiva complejidad y perfección de las especies a lo largo del tiempo. Por eso, el concepto de evolución sólo se puede aplicar de forma estricta a dicho escalonamiento perfectivo.

El concepto científico de "evolución" no se refiere en absoluto al "escalonamiento perfectivo". La evolución es simplemente la "descendencia con modificación", el cambio en el acervo genético de las "poblaciones mendelianas". La teoría de la evolución proporciona hoy por hoy la única explicación basada en mecanismos físico-naturales que dan cuenta de la "progresiva complejidad" de la vida, pero rechaza concepciones teleológicas o antrópicas de la naturaleza.

Darwin estaba convencido de que “el número de eslabones intemedios entre las especies actuales y las extinguidas tuvo que haber sido inconcebiblemente grande”. En cuyo caso, por lógica, se estarían descubriendo constantemente fósiles de formas de transición. Pero sucede justamente lo contrario: todo lo que descubrimos son especies bien definidas, que han aparecido y desaparecido súbitamente, por arte de magia, no al final de una cadena de eslabones.

Otra afirmación tajante sólo que empíricamente falsa. Los biólogos están descubriendo constantemente "formas de transición" en multitud de especies. De hecho, cualquier especie dada es ya una "forma de transición". Una importante consecuencia del pensamiento darwiniano es el derribo del esencialismo (consultar por ejemplo la magnífica serie "La ontología de la biología").

El estudio de la realidad física descubre la existencia de planes y pautas de actividad. No es una noción científica –como tampoco lo son la justicia o el amor-, pero su evidencia es apabullante y pone de manifiesto que el conocimiento científico no abarca toda la realidad, que la verdad científica no es toda la verdad, y que la racionalidad científica solo es una parte de la racionalidad humana.

El autor del artículo resucita aquí las teorías de la Naturphilosophie alemana, que también conjeturaba con un "bauplan" o plan básico de la evolución, no ya referido a las especies, sino a las clases superiores o phyla. En efecto, no es nada parecido a una noción científica y como tal difícilmente podría estar respaldada por una evidencia "apabullante".

Durante 2.000 años, el prestigio de Aristóteles y Tolomeo hizo que nadie dudara del modelo cosmológico geocéntrico, a pesar de las evidencias en contra. Durante los últimos 150 años, el prestigio de Darwin ha conseguido que su modelo de evolución se admita sin discusión en medios científicos y en la opinión pública, a pesar de la falta de pruebas y las evidencias contrarias.

Todavía estamos esperando a la teoría científica alternativa. Algo -en definitiva-, esencialmente diferente al conglomerado de sospechas vagas, falsedades y bromas a las que tan acostumbrados nos tienen los partidarios del creacionismo.

Fuente del texto en cursiva: Darwin cumple 200 años, por José Ramón Ayllón.

ACT. Menos mal que hace tiempo que no escucho esta cadena radiofónica. Así uno se ahorra sustos.

ACT II. Paleofreak, sobre la burricie presente y futura.

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