La ciudad transparente

El positivismo predecía el declive de la religión a medida que la ilustración alcanzara a la mayoría de la sociedad. Este sencillo supuesto conserva alguna base empírica, aún restringida al entorno de los científicos y las élites culturales en donde sí parece apreciarse un descenso progresivo de las creencias. El ateísmo o alguna forma de tenue deísmo es mayoritaria (hasta el 93%) entre los miembros de la Academia Nacional de las Ciencias en los EE.UU., frente a al 90% de creyentes en un Dios personal entre el público general.

Basándose en un nuevo trabajo sobre la evolución de la religión y las conductas prosociales, Ron Bailey insinúa ahora (Vía) que la religión podría estar retirándose, no ante el avance de la Ilustración, sino de la vigilancia. Ciudadanos y feligreses tienen mucho en común. Los estados modernos aspiran a crear "sociedades transparentes" donde la tutela divina es secularmente sustituída por formas más sofisticadas y seguras de marcar nuestra identidad, desde los tribunales de justicia a las redes sociales de internet.

La figura de Dios como testigo o vigilante desde lo alto vendría a ser, al fin y al cabo, un remedio reciente contra el anonimato cuando las poblaciones humanan aumentan por encima del nivel óptimo entre los cazadores y recolectores. Y como ocurre con los demás productos de la evolución natural, este parche celeste bien podría durar mucho más de lo previsto por ningún diseño racional.

Foto: Vista satélite (¿divina?) de Tokio.

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