La inteligencia animal

Nuestra inteligencia no proviene de un "gancho celeste" ni ha sido robada a los dioses: es una adaptación natural a partir de las capacidades cognitivas de los mamíferos y los primates. Y resulta que tampoco parece ubicarse en el alma. Afortunadamente el cerebro no está compuesto por "animales espirituales", sino por moléculas biológicas, células nerviosas, glia, neurotransmisores...que pueden estudiarse de modo empírico. A grandes rasgos esto es lo que intentan desarrollar Ursula Dicke y Gerard Roth en Scientific American.

Con la excepción del área de Broca, relacionada con el lenguaje, y la mayor presencia de neuronas en el cortex humano, los neurocientíficos aún no han encontrado grandes paralelos entre la inteligencia y las regiones específicas del cerebro, su tamaño, su disposición o incluso su "cociente de encefalización". Es más, la etología ha estrechado cada vez más la distancia entre la cognición social de los humanos y los grandes simios. Sabemos que estos poseen ciertos rasgos de moralidad, empatía y "justicia", que forman coaliciones agresivas, y que pueden improvisar el empleo de herramientas incluso para la caza. Otras especies desempeñan asombrosas tareas inteligentes: los monos emplean tácticas de engaño consciente, los delfines se preocupan por los semejantes heridos y forman grupos agresivos, y las ballenas y algunos elefantes pasan el test de reconocimiento en el espejo.

Para que la visión naturalista (frente a la espiritualista o "wallaciana") de la inteligencia sea correcta, no es preciso que éste rasgo se encuentre presente (parcial o totalmente) en otras especies; basta con que sea factible reconstruir los tramos principales de su evolución. La eusocialidad, por ejemplo, es un rasgo adaptativo que no está presente en todos los insectos. ¿Deberíamos suponer un "principio Termitópico" para explicarlo?. El lenguaje articulado basado en proposiciones es singularmente humano, pero esta singularidad no descarta que haya evolucionado desde el pensamiento y el "lenguaje" prehumano (parafraseando a Darwin: "Quien entienda a las aves canoras hará más por la hermenéutica que Gadamer") . Y lo mismo se puede afirmar de la moralidad. Reconocer el "espectador imparcial" y la reciprocidad fuerte como rasgos específicamente humanos no desautoriza la búsqueda de transiciones a partir de rasgos previos.

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